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CORTINAJES DE COLOR

MIKEL PAGOLA ERVITI

Miércoles, 7 de marzo 2018, 10:48

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Lo bonito de estos primeros diez y nueve días de marzo es que pasan por aquí casi la totalidad de los principales pirotécnicos de Valencia y del resto de España, exponiendo todo un catálogo de diferentes formas de hacer las cosas en un espectáculo que, por otro lado, en esencia, siempre es sota, caballo y rey, pero que admite muchas variables. Además esta plaza es como una feria y por ello coinciden en la plaza profesionales de aquí y de allí, algunos, incluso, ayudando a una y otra compañía, repiten más de un día, en la sombra de la verja. Cuando las pirotecnias vienen de fuera, como en el caso de Accitana-María Angustias, ayer, da gusto que arriesguen. Los de Guadix unieron el cuerpo del disparo terrestre al terremoto con estopín: dos mechas fueron el cuello de botella de este punto tan complicado de ejecutar, en el que el grueso de la mascletá debe fusionarse con el final terrestre que entra siempre más rápido. El fuego, hasta ese punto, se va 'reteniendo' para poder saborear sus sonidos (de ahí la palabra 'retención' usada para las diferentes fases del cuerpo del disparo). Y, a partir de la unión con el terremoto, de esta conexión complicada (y que prefiero natural y estopinada/con mecha, como ayer), ya no se debe embridar más: debe desbordarse. Así lo previó Leopoldo Hernández Pérez que había comenzado su disparo con cuatro inicios aéreos, el primero de los cuales se encendió con traca valenciana. Al acabar el cuarto, donde había un arrebato de marcaje final, quizá todo fue demasiado rápido y éste quedó unido, como volumen sonoro y visual, con los tres latigazos de trueno eléctrico en el lateral este (Barcas-Correos) que antecedían al inicio de la mascletá en sí y con cuyo acompañamiento aéreo pareció quedar fusionado sin solución de continuidad, en bloque. Cuando hay marcajes deben verse. En el suelo hubo espoletas de color rojo, el cuerpo subió bien, el terremoto tuvo un acompañamiento aéreo inicial que luego cesó. Luego bombardeó sin prisas, apantalló con cortinajes de color (quedó un flequito final) y dio dos golpes últimos y eléctricos en el suelo.

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