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LA COPA DE SU MAJESTAD EL REY

MARCADOR DARDO MIQUEL NADAL

Lunes, 13 de noviembre 2017, 10:17

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Mi afecto por la Monarquía es leve, imperceptible, roza el puro imperativo legal. Por tradición soy un republicano antiguo, sentimental y mediterráneo, que no vincula la etiqueta a la insurrección, ni a otras banderas que no sean la elección por sufragio de la jefatura del Estado. Un republicanismo de bulevar, afrancesado y burgués, sin revoluciones, hostil a todo tipo de violencia política. Acojo el devenir de la Casa del Rey a beneficio de inventario. Más vale Monarca estable en mano que no presidente de una República de la que arrepentirnos. No es por tocar las narices, pero me da que habrá que recordar que la competición copera no solo es la Copa de España, sino la Copa del Rey, pues siempre ha estado vinculada a la Jefatura del Estado, de ahí la Copa del Presidente de la República, la del Generalísimo y la del Rey. Se asienta sobre una organización federativa, con reglas precisas y presencia automática e imperativa de determinados clubes. Vivimos tiempos de profusa proclamación de las entidades deportivas en toda clase de causas. No sé por qué, pero de la misma manera que los cargos públicos deben jurar o prometer el respeto a la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico, igual para participar en una competición como la Copa de España, la Copa de S.M. el Rey, debiera exigirse algo similar. Qué se yo, una declaración responsable, una indicación de respeto por los demás, y no solo de comprensión por las filias propias. La participación no debiera ser un corsé, ni una odiosa actividad de represión intolerable, sino, simplemente, una cuestión de libertad, y que aquellos que participaran en la competición lo fueran de manera cómoda. No pido adhesiones inquebrantables, ni loas borbónicas. Simplemente el reconocimiento del ámbito territorial sobre el que se asienta la competición, y el respeto a la institución, sea en su modalidad de Rey o modalidad de Jefatura del Estado, por ser la institución que da nombre al título, entrega el trofeo, y preside la final. Habría que habilitar el mecanismo para que determinados clubes puedan ejercer su libertad y no sean obligados a participar en una competición del país que no reconocen, de un Jefe del Estado al que acusan de participar en un golpe de Estado legal, y no verse torturados con la escucha del himno del Estado opresor, ni verse obligados a participar coercitivamente en la competición, ni efectuar odiosos desplazamientos a la final. Nadie participaría en un torneo de juego limpio siendo un infame reivindicador del juego sucio, ni en un torneo de bebida refrescante si está en contra de las bebidas azucaradas, ni en un torneo contra la violencia o los insultos en el fútbol practicándola de forma notoria en gradas y despachos. Antes de llegar a otra final con la matraca de los himnos, las banderas y los silbidos, hay que poner remedio. Treta o trato. Trick-or-treat. Trofeo o Manifiesto.

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