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«La Copa Davis es una gran oportunidad para Valencia», dijo ayer el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, en la presentación de la eliminatoria que enfrentará a España y Alemania entre el 6 y el 8 de abril y que tendrá como escenario la plaza de Toros. La organización precisa de una inversión que se estima en 339.000 euros, una cantidad que será desembolsada entre la propia Administración autonómica y el Ayuntamiento de Valencia, cuyo alcalde, Joan Ribó, asistió a este acto. Ya ven, la Copa Davis no puede ser encasillada -según el particular ideario del PSPV y de Compromís- en la categoría maldita de «los grandes eventos», un término genérico en el que la izquierda y los nacionalistas engloban desde la Fórmula 1 a la visita del Papa y prácticamente todos los acontecimientos relevantes que se organizaron durante la etapa de Gobierno del PP. Y el caso es que el tenis siempre ha tenido fama -sea justa o no- de pijo, de deporte de las élites, no en balde el Club de Tenis Valencia ha sido tradicionalmente uno de los reductos de la burguesía valenciana. Pero ahora se ve que ya no, que al fin y al cabo la Davis es tenis de competición, para el gran público. Ribó explicó que este tipo de eventos -habló de eventos, citó él la palabra, no yo- pueden ser importantes pero si van acompañados de una buena gestión, que es algo así como decir que una paella puede ser un plato delicioso pero si está bien cocinada y el arroz no se te pasa ni se te quema. Vamos, una obviedad. Así que ya ven, cerca de los tres años del terremoto que acabó con el dominio del PP en la Comunitat después de dos décadas y con la política de edificios emblemáticos y grandes eventos, ahora resulta que no todos esos eventos son criticables, que algunos sirven para atraer turismo, que proyectan la imagen de Valencia... ¿No les suena la música? Porque a mí me recuerda mucho la que tocaban los populares. No sé si a los socios de Podemos les va a convencer este aparente cambio de criterio, porque ya con la Volvo Ocean Race manifestaron sus dudas ante el coste que supone para el Consell -y que estimaron en 32 millones en lo que se refiere a las tres últimas ediciones-. Así que reconozco que pagaría una entrada por ver el espectáculo del alcalde nacionalista de Valencia explicándole a María Oliver, la portavoz de València en Comú -formación que últimamente, por citar sólo dos ejemplos, se ha posicionado en contra de un nuevo hotel en la Marina y de vender suelo a Juan Roig para que construya un nuevo pabellón- que el Ayuntamiento va a colaborar en un evento (¡argggg!) que no es un gran evento y en el que España (¡noooooooo!) va a disputar unos partido de tenis (¡de tenis tenía que ser!). A no ser que le diga que aunque lo parezca, la Copa Davis no es un evento, qué va, para nada.

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