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No entiendo cómo, tras la entrevista con Ada Colau en el 'Deluxe', no titularon todos los medios que el mejor verano que recuerda la alcaldesa de Barcelona fue aquel que se lo pasó leyendo 'La montaña mágica', de Thomas Mann, y 'Los hermanos Karamazov', de Dostoievski. O con algo de lo que aprendió gracias a Simone de Beauvoir. Bueno, o para no ponernos exquisitos, con las medidas que considera necesarias para alertar a los jóvenes de los peligros del alcohol. Pero no, todos coincidieron en señalar, como lo más relevante, que Colau tuvo una novia italiana. Pero, oye, qué indiscreta es Telecinco. Y cómo le gusta recrearse en lo más personal. El resto, no, claro... Lo de la doble moral nos lo tenemos que mirar.

Habló largo la edil de su vida, algo que tampoco es tan infrecuente en nuestra tele. Casi todos los líderes políticos han pasado, por ejemplo, por el sofá de Bertín y han contado cómo conocieron a sus esposas o las distintas habilidades personales que tienen. Susanna Griso y Ana Rosa convivieron con ellos en campaña y Pablo Motos y sus hormigas también les han arrancado confesiones íntimas. Por eso no entiendo demasiado el alboroto con la entrevista con la Colau. Habrá a quien le interese.

Al parecer era porque se la hacía Jorge Javier y hubo quien consideró que el programa es poco apropiado. Como si otros sí lo fuesen, y mira que acuden políticos día sí y día también para participar del guirigay, sin importarles que no tengan tiempo para el debate y sí para las descalificaciones. A mí reconozco que el 'Deluxe' me interesa poco y algunas de sus prácticas me sonrojan, ahora, eso sí, no considero que haya un público de primera y otro de segunda, ante el que los políticos no deban hablar. Lo dicho, la doble moral. Yo desde luego vería más el espacio de Jorge Javier si tuviese invitados como la Colau y no otros de cuyo nombre es imposible acordarme. Y siempre que se les trate con el respeto con que lo hizo esta vez el presentador. Creo más en la reconversión que en las condenas perpetuas.

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