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En clave valenciana

AGUSTÍN DOMINGO MORATALLA

Domingo, 24 de diciembre 2017, 09:12

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Las elecciones en Cataluña han sido apasionantes para cualquier analista porque se prestan a ser leídas con una rica variedad de claves. La clave del derecho internacional puede poner el acento en la vuelta de los políticos fugados en Bruselas que han teledirigido una campaña con las técnicas de los manuales de la posverdad. La clave del derecho constitucional nos obliga a poner el acento en la paradójica fragilidad del 155 cuya aplicación no ha sido rentabilizada por el grupo político que más interés mostró en aplicarlo. Si seguimos en clave jurídica, también traerá consecuencias la gestión administrativa de la envenenada cultura de la venganza y el resentimiento que se creará cuando los altos cargos cesados retornen a la gestión con la pícara técnica de 'leer la cartilla'.

A medio camino entre la clave jurídica y la mercantil estará la clave económica de unas empresas que han trasladado sus sedes fuera de Cataluña por la inestabilidad, la imprudencia, la irresponsabilidad y el capricho diabólico de unas élites nacionalistas seducidas por cierto ruralismo antimonárquico educativa y culturalmente bien regado. Alguien deberá analizar en algún momento la instrumentalización y envenenamiento de lo que, en teorías de la democracia, llamamos 'ideal republicano'. Sería difícil que republicanos del XIX como Salmerón, o del XX como Azaña y Companys, pudieran reconocer sus ideas políticas en los programas del adanismo republicano de la era digital.

Entre las claves territoriales, la valenciana promete ser interesante. Primero porque la sombra del soberanismo es alargada y afectará a Compromís y Podemos, cuyos líderes saben que el adanismo republicano, el izquierdismo nacional-populista y el pancatalanismo cultural facilitan poco la estabilidad institucional, la gobernabilidad administrativa y las mieles del poder. El previsible gobierno soberanista catalán no dejará que el experimento mediático de À punt se les vaya de las manos. Segundo porque la transversalidad socio-vergente de Iceta y Puig está condenada al fracaso. Es prima hermana de la hipocresía, el arribismo y algo que los electores nunca perdonan: la falta de autenticidad.

Los populares deberán tomar buena nota del fracaso del tándem Mariano-Soraya en Cataluña, y no sólo por la fragilidad de un partido que aún no ha celebrado sus congresos, sino porque los valencianos no quieren liderazgos teledirigidos sean de Madrid, Barcelona o Bruselas. No es suficiente sentirse animado por el descontento que los ciudadanos tienen con las figuras de Ribó, Puig y Oltra. Hacen falta propuestas políticas claras, ambiciosas e ilusionantes. Propuestas que se elaboren con personas y equipos sin complejos, que no se sientan obligados a pedir permiso a republicanos, socialistas, nacional-populistas o liberales para defender la urgencia de un programa reformista.

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