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PEDRO TOLEDANO
Domingo, 18 de marzo 2018, 09:56
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La de esta tarde podría haber sido una corrida muy especial para Curro Vázquez, apoderado de dos de los toreros que estaban anunciados, Cayetano y Alberto López Simón. Una lesión grave de Cayetano mientras entrenaba en el campo, habrá impedido esa conjunción profesional y afectiva que hubiera exigido del maestro Curro una atención emocionada y constante. En el caso del ilustre torero de Linares, el apelativo de maestro le es legítimo y le viene dado tanto por su brillante y sacrificada carrera en los ruedos, como por haber sabido seguir aportando lustre y pulso al mundo del toro actual.
Circunstancias al margen, la presencia de un apoderado independiente en esta época de tanta endogamia taurina, resulta amén de curiosa muy estimulante y enriquecedora. Bien es verdad que quien fuera maestro en los ruedos tanto tiempo y dejara con frecuencia el sello de su depurada técnica y su virtuoso clasicismo, no ha perdido, fuera del redondel, ninguno de los atributos que tenía como torero y por supuesto ninguno de los que tenía como ser humano, generoso, esforzado, leal, consistente.
Los dos toreros a los que apodera proceden de orígenes distintos. Uno ha heredado sangre y apellidos de honda raigambre taurina, y el otro nada tuvo que ver con este mundo hasta que decidió ser torero. A ambos les ha guiado, primero a Cayetano y luego a López Simón más recientemente, orientando su trayectoria con criterio, buscando que cada cual pueda exprimir sus emociones desde su primigenia concepción del arte de la lidia, pero con arreglo a sus capacidades, técnica y nivel de compromiso.
Los conocimientos, la personalidad y la ciencia de Curro Vázquez, transmitida con paciencia, afecto y determinación sirvió para que Cayetano encontrara su sitio y fórmulas expresivas y para que López Simón haya podido salir de un círculo esquivo recuperando toda su ambición por llegar a la cumbre.
Esta tarde solo uno habrá cumplido su papel de discípulo ante la mirada atenta del maestro y representante, pero a ambos les cobija alguien que fue un gran torero y que ahora es un apoderado responsable y un ser humano excepcional.
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