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Carta (sostenible) a las camaradas magas

Belvedere ·

La idolatrada II república se quebró cuando la izquierda se negó a aceptar el resultado electoral. Y Stalin es uno de los mayores asesinos de la Historia

Pablo Salazar

Valencia

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Domingo, 7 de enero 2018, 09:56

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Es habitual antes de la llegada de los Reyes Magos encontrar algún artículo en la prensa española titulado 'Carta a Sus Majestades' o similar, y que utiliza la excusa de la popular celebración para reflexionar en voz alta acerca de un tema de actualidad. Yo este año -el día después de la Epifanía del Señor- prefiero dirigirme a las representantes de una cabalgata que ha recuperado una asociación que no oculta su catalanismo militante -El Micalet- y que con el impagable apoyo del alcalde Ribó trata de hacerse un hueco en la agenda de la ciudad con dos fines: el primero y muy evidente, llevar la contra a los católicos, desacralizar la Navidad, arrinconarla, apagarla (literalmente) y diluirla entre eventos desprovistos de cualquier sentido religioso; el segundo, y ya de paso, reivindicar la II república, la recurrente fantasía de la izquierda y los nacionalismos periféricos. Pues bien, quisiera en primer lugar recordar a las camaradas magas -que no reinas, concepto monárquico que debería ser desterrado del lenguaje políticamente correcto- que aquella cabalgata de 1937 fue, entre otras muchas cosas, una exaltación de Stalin y del régimen comunista de la URSS. Hablamos -se lo recuerdo- de uno de los personajes más sanguinarios de la historia, un sátrapa que no dudó en masacrar, matar de hambre, torturar y mandar a Siberia a millones de compatriotas para mantener su régimen de terror. Apuntaba el catedrático Antonio Elorza en un artículo publicado en El País el pasado 29 de diciembre que Hitler o Mussolini «no justifican a Stalin o a Lenin. Todos crearon regímenes totalitarios». Aquí, sin embargo, nos permitimos la frivolidad -¿o tal vez habría que decir la provocación?- de recuperar una cabalgata proestalinista. Pero es que, camaradas magas (camaradas del alcalde), esa idolatrada II república en la que fuimos (fueron, fuisteis) tan felices, no es tal. En el mismo periódico -que no creo que vayan a tildar de cómplice del fascismo- y el día anterior, Gregorio Marañón -nieto del médico, científico, escritor y pensador del mismo nombre- reflexiona sobre 'La memoria que no cesa' y tras preguntarse por qué despierta hostilidad la llamada memoria histórica en un sector de la derecha española, recuerda que la república democrática de 1931 «se quebró en 1934, cuando una parte de la izquierda española no aceptó el resultado de las elecciones generales y propició un golpe de Estado revolucionario». Vaya, vaya. Dicho de otro modo: la república fue un gran logro mientras gobernó la izquierda, no así cuando el pueblo soberano dio sus votos a la derecha. En cuanto a la guerra, Marañón -que militó en la oposición democrática al franquismo- indica que «tanto fascistas y sus compañeros de filas, como socialistas, comunistas y anarquistas, cometieron miles de asesinatos». Elorza y Marañón tampoco creo que puedan ser acusados de complicidad con el fascismo. Aunque con este alcalde cualquier cosa es posible.

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