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Es verdad que el amor no conoce de credos ni de ideologías. Y que todo el mundo busca, de diferentes maneras, la forma de mantener encendida la pasión. Y que los polos opuestos se atraen. Y que el corazón tiene razones que la razón no entiende. Y todo eso está muy bien. Supongo que por ello en 'First Dates' dan cabida a perfiles variopintos y a candidatos de características completamente distintas. Porque todo el mundo merece una oportunidad. Porque en cuestiones sentimentales caben excepciones. Porque Dios los cría y ellos se juntan. Estupendo.

Basándose en ello el programa de Cuatro realiza una selección por la que se cuelan románticos, salidos, desorientadas, reincidentes, desnortadas, lanzados y trasnochadas, entre otros especímenes del universo del pretendiente. Hasta aquí todo entendible, más o menos.

El problema es cuando el espacio de Mediaset no deja fuera de esta criba a personas que más allá de narrar sus propósitos sentimentales aprovechan la convocatoria en televisión para hacer apología del fascismo. «Me considero falangista 'joseantoniano' porque son mis ideas; porque comulgo con lo que dice José Antonio», decía un participante hace unos días como carta de presentación. Vamos, que a ningún responsable le pilló por sorpresa las ideas del candidato. No sólo no les echó atrás este dato, sino que supongo que le animaron a que lo comentara con naturalidad. Sé que el ejemplo es recurrente pero no me imagino en otros países a personas en formatos similares de televisión ensalzando figuras relacionadas con dictaduras. «Si Franco levantara la cabeza, el pobre... Supongo que habría cosas que haría mal pero había un orden, que es lo que tiene que haber en España», decía la mujer con la que tuvo la cita a ciegas. Sí, lo han adivinado. Quien compartía mesa con él no se asustó al descubrir lo que pensaba su acompañante. La revelación, es más, terminó de encandilarle. Lo dicho, Dios los cría y ellos se juntan. Aunque en este caso no hubo colaboración divina. Terminado el encuentro él no se mostró animado a seguir. No fueron felices ni comieron perdices ni visitaron el Valle de los Caídos juntos.

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