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Los nuevos tiempos evolucionan de una manera extraña y habrá que asumir con donaire, incluso con resignación, los cambios. Cavilaba el filósofo Ortega y Gasset allá en el despacho de su ático. Reflexionaba mientras su cabeza producía rumor de meninges, artículos, ensayos, discursos. Próximanente, ese ático albergará los músculos del artista del balón Cristiano Ronaldo. La cultura derrotada por el culturismo. Así están las cosas y tampoco conviene que rompamos a llorar. Es la vida que entre todos hemos organizado, entre nuestros cortoplacistas dirigentes, la anestesia boba que emiten las televisiones y nuestros propios instintos inclinados hacia la pereza y la mansedumbre. Que piensen otros, así nosotros nos ahorramos ese ingrato trabajo. Pero nos tememos que ahora pensar, lo que se dice pensar, piensan pocos. El resto nos dejamos llevar por la ola que empieza en el Black Friday y llega hasta San Valentín pasando por las rebajas y otras romerías, no sé si me explico. Ortega, a su manera, fue una estrella, sus discursos se comentaban y estallaban las polémicas. A Ortega se le escuchaba y se le leía. Marañón, Ortega, Unamuno, en fin. Propinaban fustazos y al releerlos hoy sorprenden porque en ocasiones mostraban ramalazos punkis y, desde luego, políticamente incorrectos. España sin duda ha mejorado en matería tecnológica, ahora todos disfrutan con el exhibicionismo de redes sociales. Qué maravilla. Estamos a la última en cachivaches. Pero en cuanto a pensamiento sospecho que hemos retrocedido. Cristiano Ronaldo ocupará la butaca, allá arriba, de don José Ortega y Gasset. Las mechas teñidas en la punta de la pelambrera del futbolista son la actual corriente filosófica. Las masas ya no se rebelan, sólo consumen y veneran a un señor multimillonario de calzón corto asesorado por un peluquero.

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