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Quizá no habrán caído en el nombre de esta columna de opinión: 'Fuego amigo'. La expresión hace referencia a esas balas perdidas que en el transcurso de una batalla terminan hiriendo a un soldado y que, en lugar de provenir de un enemigo, lo hacen de un compañero de bando. Julià Álvaro fue destituido ayer como secretario autonómico de Medio Ambiente y Cambio Climático. Un relevo que debía de haber sido dimisión el mismo día que el referente de Els Verds se quedó solo defendiendo el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) de envases y comprobó que ni el PSPV, ni Compromís, ni los sectores implicados encontraban utilidad a la propuesta. Álvaro ha sido víctima del fuego amigo, el mismo que ya deslizó a los medios de comunicación la intención de la consellera de Agricultura, Elena Cebrián, de destituir a los dos altos cargos de la conselleria más cercanos al S.A. El mismo fuego que reveló que Joan Piquer, el director general de Cambio Climático y persona de máxima confianza de Álvaro, había externalizado la modificación del Plan Integral de Residuos (PIR), cediendo a una firma privada, Imedes, la elaboración de la nueva propuesta. La misma llamarada que señaló que el hasta ahora número dos de Medio Ambiente utilizaba su blog personal para difundir inversiones multimillonarias de algunas firmas vinculadas al sector. Álvaro ha sido víctima de su aislamiento, tanto en el Consell como en la misma coalición a la que pertenece. No es un tipo de callarse las cosas, así que no se extrañen si ahora tampoco lo hace. Trabajó en Canal 9 hasta que resultó demasiado incómodo y terminó siendo apartado de micrófonos y cámaras. Desde entonces, ese blog en el que escribe hasta lo que no debería ni pensar se ha convertido en el retrato de su situación política. «Ni oraciones ni bostezos» señala el ya exalto cargo. Y si él nos lo pide, pues le haremos caso. Oltra deja caer a uno de esos altos cargos que no terminaban de encajar con ese perfil institucional que trata de ofrecer la vicepresidenta en los últimos meses. Un verso suelto que, acostumbrado como estaba a defender con vehemencia sus convicciones, no ha terminado de entender que en pleno acelerón con vistas a la campaña electoral de 2019, Compromís necesita aparecer como una coalición con capacidad de gestionar, y no como una jaula de grillos en la que el más pintado -hablo de ese concejal de Tráfico que ustedes ya saben- se pone a tomar decisiones sin importarle lo más mínimo las consecuencias que tengan (con tener contenta a su peña, suficiente). O ese diputado provincial que se pasa la ética y la estética por el forro para poder contratar a dedo, se lo está contando David Burguera, todo lo que le viene en gana. Esos no caben. Y Oltra lo sabe.

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