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MAD MAX ACELERA

ÁLVARO MOHORTE

Domingo, 29 de octubre 2017, 09:29

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La fama es impredecible y la popularidad puede llegar por el camino más tonto. Esto es lo que le pasó en España a medidos de los años 80 a Stevland Hardaway Judkins, un cantante negro americano que mediaba la treintena cuando logró que la canción principal de una película de moda se convirtiera en tarareo recurrente de millones de españoles. Era y es uno de esos temas que cuando se te meten en la cabeza es difícil sacarlo, aunque la imagen de Judkins en el asiento de atrás de un enorme Cadillac iba acompañada de otro tema: 'Don't drive drunk'... Efectivamente, se trataba de la campaña de la Dirección General de Tráfico más conocida de su historia y todavía hay mayores de treinta y tantos años que si dices 'Si bebes no conduzcas', les viene a la cabeza la imagen de este cantante y compositor ciego sobradamente conocido por el seudónimo de Stevie Wonder.

Tiene su gracia que, después de tener un premio Oscar a mejor canción por 'I Just Called to Say I Love You', más de 30 éxitos de ventas, haber recibido 25 premios Grammy, entre ellos uno a toda su carrera, y haber sido incluido en el Salón de la Fama del Rock and Roll perviva en la memoria sentimental de varias generaciones por 20 segundos de canción sobre los que farfullaba de modo trabajoso uno de los esloganes con más éxito de la publicidad española.

Estas cosas pasan. Más seria es la historia de cómo al doctor Fleming se le coló la penicilina en los cultivos de microorganismos con los que estaba trabajando un viernes y que se olvidó de meter en la nevera al irse de finde, pasando las muestras de bacterias 48 horas a la intemperie. Por su parte, Albert Einstein soñó en una siesta (después de estar dándole muchas vueltas a la cabeza) que la energía es igual a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado, E=m · c2. Tampoco faltan los artistas que lograron el papel de su vida cuando acompañaban a un amigo al 'casting'. Así les pasó a Johnny Depp o Mel Gibson... para hacer Mad Max.

La Comunitat ha sido escenario esta semana de los consejos de administración de Caixabank y Sabadell, unos seis años después de la última vez que una entidad financiera expuso sus cuentas (hoy cuestionadas ante los tribunales, por cierto).

Está claro que esta migración financiera es más por la delirante deriva de la mitad nuestros vecinos del norte (no olvidemos la otra mitad de catalanes acongojados en medio del delirio 'indepe') que por una capacidad de atracción que nuestras magras carnes no nos permiten.

Si no perdemos de vista esto y ejercemos la modestia con sentido común, podremos sacar partido a esta fortuna. Eso sí, con la espectacular capacidad para hacer el idiota que tiene más de uno por estos lares, igual nos apuntamos al tour por la Cúpula del Trueno y nos hacemos la zancadilla... tan ricamente.

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