Borrar

Cincuenta metros de salud

AGUSTÍN DOMINGO MORATALLA

Domingo, 28 de mayo 2017, 01:31

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El pasado miércoles comprobé que son menos de cincuenta metros la distancia que separa el gabinete de la Vicepresidenta Oltra y la plaza de la Virgen. Eran casi las dos cuando se reunió con su equipo en la Plaza del franciscano Cisneros, de la misma espiritualidad que Luis Amigó y las terciarias. Los miembros del gabinete se apresuraban a proporcionarle salud a un personaje descompuesto que había pasado, probablemente, el peor día de toda su vida parlamentaria. Lamentaban que su jefa no les hubiera dado «más caña». La consolaban al volver de una sesión donde el presidente Puig aguantó como pudo el chaparrón porque las diatribas parlamentarias fueron de las que hacen época. Una sesión donde el propio conseller Marzà confesó que los continuos reveses a sus políticas «nos están produciendo dolor».

En lugar de ponerse en la cola del Besamanos a la Mare de Deu para pedirle salud como hacían miles de valencianos en esa tórrida mañana, la Vicepresidenta prefirió el relax que le ofrecían sus incondicionales. Fueron dos escenas curiosas, y que se producían a muy pocos metros, como si una misma ciudad tuviera capacidad para acoger dos mundos distintos. Por un lado, el de quienes alientan una actividad política presidida por el resentimiento, la ira y el odio, que vive de espaldas a la gestión, la administración y los complejos tiempos de la política social. Una actividad política basada en la dramatización, la teatralización y la incentivación amnésica de la discordia.

Este equipo de apoyo que pretendía refrescar un poco los calores con los que había llegado la vicepresidenta del debate, no le hacía ver que la cortina de humo del pasado lunes se le ha vuelto en contra, que todas las resoluciones judiciales de los últimos días deberían servir para atemperar las convicciones y no para radicalizarlas. En lugar de virar hacia la concordia y la reconciliación, la nave de las políticas sociales valencianas se está dirigiendo hacia la tormenta con riesgo inminente de naufragio. En lugar de reconocer el garrafal error de utilizar los historiales de los menores o educadores con nombre y apellidos en sede parlamentaria, los supuestos bomberos de la vicepresidencia le proporcionan gasolina.

Las multitudes de la plaza parecían vivir de espaldas a lo que estaba sucediendo a menos de cincuenta metros. Preocupados por el calor y el ritmo de las colas, estos ciudadanos no le piden a la Virgen que alimente el odio, la ira o el resentimiento contra sus vecinos. Aguantan largas colas para pedir algo tan simple como «la salud», como si vivieran de espaldas a las toneladas de agresividad que ese día se descargaron en las Cortes. Los responsables de la política social perdieron una ocasión histórica para celebrar el ecuador de esta atormentada legislatura encomendándose a la santa del día, que no fue Santa Mónica sino María Auxiliadora.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios