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DIGNO EPITAFIO PARA LA PEOR CAMPAÑA

DIGNO EPITAFIO PARA LA PEOR CAMPAÑA

El Valencia cierra un ciclo, agradece a Voro la salvación y soporta que el Villarreal festeje en Mestalla su billete europeo

HÉCTOR ESTEBAN

Lunes, 22 de mayo 2017, 00:51

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La mayor verdad que ha dicho Layhoon Chan esta temporada la pronunció en la última junta de accionistas del Valencia: «Esta campaña será distinta a la anterior». El pitido final de Fernández Borbalán le dio la razón ayer ante el Villarreal. Ha sido peor. La más vergonzosa de la casi historia centenaria del Valencia. Ni la del descenso hace 31 años fue más indigna. El equipo escribió ayer un digno epitafio de un año terrible. Ni una sola jornada entre los diez primeros de la Liga, con 65 goles en contra para fijar una marca negativa para la historia y con 18 derrotas para igualar los peores números del club. Y todo podría haber sido peor si Voro no llega a coger a un equipo anclado en la frontera del descenso. Mestalla agradeció ayer los servicios prestados al hombre de la casa, que en la rueda de prensa de su despedida exigió cambios radicales desde el amanecer de hoy mismo. Palabra de Voro.

Layhoon Chan presidió ayer su último partido. Ha sido la última pieza en caer en una campaña que ya publicó la esquela deportiva de Ayestarán, Prandelli y García Pitarch. La presidenta tuvo la oportunidad de certificar la farsa en la que se ha convertido el Valencia en las dos últimas temporadas. Dirigido por un propietario a 15.000 kilómetros de distancia y dominado por un agente como Jorge Mendes que tiene en el central Aderllan Santos el mayor ejemplo de su estafa. La única vida que le queda a Meriton es que ayer se cerrara un ciclo. Su supervivencia está en las manos libres de Mateu Alemany en los despachos y de Marcelino en el banquillo. El Valencia necesita más que una limpieza de la plantilla. La situación exige fumigar un vestuario en el que los futbolistas tóxicos nunca dejarán crecer al grupo, a aquellos que sienten el escudo.

El partido de ayer se puede contar por el final. El Villarreal celebró en Mestalla su clasificación para la Europa League como quinto de la Liga. Mientras los de Escribá festejaban con su afición, en el centro del campo sólo nueve jugadores del Valencia tuvieron la hombría de agradecer la fidelidad a una grada desconsolada por la temporada vivida y sufrida. Cancelo, Jaume, Soler, Gayà, Nani, Mangala, Santos, Zaza y Medrán lucieron vergüenza torera.

El derbi regional fue el relato de la temporada. Antes del primer minuto de juego el Valencia ya perdía por culpa de la boutade de Aderllan Santos, que vendió a sus compañeros por obra y gracia de un despeje de tacón que, tras quitarse Montoya de encima el balón, acabó en los pies de Soldado para que engatillara el 0-1. A partir de ahí a remar. Nada nuevo en un Valencia que lució cuando se asentó en el césped en la primera parte. Jugadas trenzadas que siempre encontraron a Andrés Fernández en disparos de Parejo y Gayà. Nani participó en las dos acciones como hilo conductor. Antes, Santos había derribado a Soldado en el área del Valencia que Fernández Borbalán no pitó para evitar el ajusticiamiento popular y definitivo para el central.

El Valencia tuvo fluidez en sus llegadas por banda pero sufrió la ausencia de rematador. Zaza pelea tanto que al final casi siempre olvida cuál es su función. El ímpetu le lleva a alejarse de su hábitat natural, que no es otro que el área. Las bandas funcionaron con Gayà, Cancelo y Nani en una versión más que aceptable. En el centro, Bruno y Trigueros -jugador sobresaliente- se impusieron desde una labor tan sorda como efectiva. El descanso mereció un empate al menos.

La vuelta del vestuario no cambió el panorama. El Villarreal se defendió con orden atrás a la búsqueda de cazar un contragolpe que le permitiera matar el partido. Entre los centrales del Valencia había petróleo pero fueron los locales los que lograron igualar con un buen gol de Nani de cabeza tras un centro medido de Rodrigo. El pase de banda a banda de Cancelo al hispanobrasileño fue caviar. El empate pareció dibujar un nuevo horizonte que se convirtió en un puro espejismo cinco minutos después.

A la contra, de nuevo se adelantó el Villarreal. El centró lo remató Trigueros con la defensa local como testigo de la jugada. La retaguardia blanca ha sido esta temporada un lastre que hay que soltar para encarar con solvencia el nuevo proyecto. El equipo, como le gusta a Marcelino, se construye desde atrás. Trigueros mató el partido y fundió al Valencia, que sólo apareció con un cabezazo de Zaza que resolvió Andrés Fernández con un paradón, y con otro remate del ariete italiano que mando fuera con el muslo un centro de Rodrigo.

El paso de los minutos llevaron al Valencia a la rendición. Nani, hasta que fue cambiado, hizo su guerra como en el resto de la temporada. El centro del campo dejó de carburar y los cambios no trajeron más que miseria. Munir, Mina y Bakkali restaron con sus minutos en el campo.

El Villarreal empezó a mover el balón al son de los «olés» de sus aficionados, que celebraban en la grada alta la clasificación europea. Sansone apuntilló al peor Valencia de una historia centenaria que ha sobrevivido en Primera División gracias a Voro y que mantiene la pasión por la aparición de Soler, Lato y la permanencia de Gayà. Los brotes verdes han germinado en casa, la única tabla de salvación.

Ayer se cerró un ciclo. Triste y lamentable para el corazón valencianista. Meriton ha delegado -salvo que el verano diga lo contrario- en gente de fútbol. La afición se ha agarrado a Mateu Alemany como la última oportunidad y a la mano de hierro de Marcelino para que enderece un vestuario que se ha acostumbrado a jugar al fútbol casi sin objetivos.

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