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El bufón y el comisario

JUAN CARLOS VILORIA

Domingo, 14 de mayo 2017, 23:59

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Acabo de asistir a la despedida de Albert Boadella que, a sus 73 tacos, deja la dirección teatral. Se ha inventado un formato genial para repasar en el escenario su trayectoria de bufón de la España ceremonial y desterrado de su Cataluña abrasada en la hoguera de la identidad. En las tablas del Marquina representa un diálogo consigo mismo desdoblado en Albert y Boadella. El niño ingenuo y el cómico ácido. Un espectáculo que es un lujo para la memoria; una burla de la historia que primero fue farsa con Ubu president -el honorable entre maletines llenos de billetes- y ahora es tragedia con la Audiencia Nacional pisando los talones a la familia Pujol.

Malos tiempos para la candonga. Se retira Boadella (el histrión) y se queda Llach (el comisario). Ahora que es más necesaria que nunca la risa, la bufonada, la sátira, llegan de Cataluña tiempos de oscurantismo. Lluis Llach es como el monje fanático, Jorge de Burgos, que custodiaba la biblioteca de la abadía en 'El nombre de la rosa'; que persigue la risa, que amenaza a los disidentes, que empuña la estaca contra los bufones.

Lo del cantautor tiene su misterio. Yo no sabría descifrar qué ha ocurrido para que un espíritu capaz de componer 'Viaje a Itaca' se haya convertido en un politicastro del régimen y comisario político del nacionalismo rancio. Lo cierto es que ahora no necesitamos cantautores sino bufones. Porque a medida que avanza el procés va surgiendo en Catalonia un casting inusitado de personajes que no hay cómic que los supere: el juez Vidal compadreando con los 'indepes' mientras confiesa delitos para engañar a España; monjas separatistas desestabilizadas gritan como posesas encarnando, ellas, la libertad y la democracia, un vicepresident orondo y malmirado se disfraza de estadista y el propio president-periodista-beatle hace lo imposible porque alguien lo tome en serio. No tiene desperdicio. Y el estadio del Nou Camp como una gran urna para el referéndum. Imagino a los culés votando por la secesión mientras se juegan la Liga contra el Real Madrid.

Creo que Boadella llegó demasiado pronto. El amigo Arcadi me decía: «Boadella ha perdido. La realidad le ha superado largamente. Por eso nos hicimos periodistas. No novelistas». Siempre agudo Espada. Ahora tenemos un humor muy desnatado. Esos programas tipo 'Polonia', 'El Intermedio', 'Late motiv' son de usar y tirar. Unas coñas para reír con medio rictus. Aburridas imitaciones sin acidez; lecturas de prensa inocuas o tan sectarias y teledirigidas que no dejan huella. Yo les recomendaría revisar las grandes parodias de Els Joglars: 'La Torna' y sus militares beodos, 'Teledeum' y sus obispos caricaturescos, 'Ubú president' y la farsa cruda del nacionalismo real. El genio de Boadella es que hacía parodia de la solemnidad del poder y ahora hacen de lo serio bromitas intrascendentes.

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