Urgente El precio de la luz sigue a la baja este Viernes Santo: las horas que costará menos de 1 euro

Repasemos brevemente algunos de los últimos acontecimientos (mejor no poner eventos para no espantar a nadie) culturales, deportivos, religiosos o incluso políticos que han tenido como escenario la ciudad de Valencia y a los que no ha tenido a bien asistir (al menos públicamente) su alcalde, Joan Ribó. La Semana Santa marinera, celebración católica que, sin embargo, trasciende su carácter confesional para convertirse en una fiesta de los poblados marítimos; la procesión de San Vicente Ferrer, patrono del Reino de Valencia y personaje de enorme trascendencia histórica por su papel protagonista en el Compromiso de Caspe (tal vez es esto lo que menos le gusta a Ribó); durante esta festividad, en algunas zonas de Valencia se montan los tradicionales altares, una vertiente teatral de la vida del santo que tampoco parece haber concitado el interés del mandatario valenciano; partido de fútbol entre el Levante UD y el Oviedo en el que el conjunto granota logró el ansiado ascenso a primera y que contó con la asistencia de numerosos representantes políticos, empezando por el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, natural de Morella y forofo del Real Madrid pero que ese día estuvo donde tenía que estar, en el Ciutat de València; celebración, ayer mismo, del ascenso por las calles de la ciudad, con visita a la Basílica y al ayuntamiento, donde la comitiva tuvo que ser recibida por la primera teniente de alcalde, Sandra Gómez, ante la ausencia de Ribó, y que contó con la inesperada presencia de la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, mucho más avispada para estas cuestiones; podría seguir con la inauguración de la Feria del Libro, o con el maratón por equipos que tuvo lugar el pasado domingo en el viejo cauce del Turia, incluso con la manifestación de los sindicatos por el 1 de mayo, a la que también acudió Puig; y si me alargara en el tiempo, no es aventurado pensar que tal y como hizo el año anterior el día de la Virgen tampoco asista ni al Traslado ni a la procesión de la Mare de Déu. No son sólo actos religiosos, de los que Ribó huye, aunque entre presidir una procesión como hacía la anterior alcaldesa y no ir nunca hay un término medio. No. Son actividades de todo tipo que tienen como escenario Valencia, ciudad de la que él es el alcalde. Y el cargo lleva aparejadas unas labores de representación y protocolo que están por delante de las obligaciones familiares, por muy respetables y comprensibles que éstas sean. Abrir el balcón municipal para exteriorizar que el ayuntamiento es de todos en contraposición con la etapa anterior fue un buen golpe de efecto, como el del bastón de mando o llegar a trabajar en bicicleta; ausentarse de las obligaciones inherentes al alcalde de una gran ciudad es sencillamente dejación de funciones.

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