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LA ESTACADA Y TENTETIESO DE LLACH

ANTONIO VERGARA

Sábado, 29 de abril 2017, 23:51

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Jamás soporté, musicalmente, al 98% de los intérpretes de la 'Nova Cançó'. Porque no cantaban, salvo María del Mar Bonet y Joan Manuel Serrat. Quien más me gustaba era Francesc Pi de la Serra, por sus textos mordaces, sarcásticos y ácratas. Un Georges Brassens, 'fill de Terrasa i Sabadell'.

Charlaba mucho de este tema con el pianista Tete Montoliu. Ninguno de los dos aguantábamos los gritos de Raimon. «El único que tiene una buena afinación y canta bien es Serrat», repetía siempre. Ambos trabajaron juntos.

Lluís Llach cantaba de modo desmayado. Letras anti franquistas o cursis, falsamente poéticas ('Cal que neixin flors a cada instant' o 'Jo també he dormit a l'alba'). Su 'hit parade' fue 'L'estaca', metáfora contra la dictadura. Traduzco: «Si tiramos fuerte, caerá / y mucho tiempo no puede durar' (1968). El auditorio coreaba el estribillo final ('si tiramos fuerte, caerá./ si yo tiro fuerte por aquí.» El público completaba el estribillo ('caurà'), mientras mantenía encendidas las cerillas o los mecheros.

Jamás asistí a sus recitales, pero vi en TVE, en 1973, con la dictadura aún vigente, un programa especial de Llach cantando en catalán. La producción fue de la propia TVE. Y un año antes, RTVE promocionó sus 'cançons' con un vídeo rodado en exteriores. Memoria histórica.

A la prensa progre de la época, encabezada por el diario global, le dio por apoyarlo en su afán de ascender a cantante de ópera. La quimera se terminó al primer intento por su morrocotudo fracaso, de crítica y de público. Cantó el 'Réquiem', de Gabriel Fauré, con la Orquesta Sinfónica de Lille, y en Lille. Fue su réquiem, a pesar de que había trabajado mucho la voz con la profesora húngara Maya Maiska.

Hoy está de actualidad por su talante 'democrático' como diputado de Junts pel Sí (JxSí). De cantante a político con cargo a los presupuestos públicos. Triste final por varios motivos. En noviembre de 2015 hizo público su patrimonio, al igual que los demás 'diputats de la Generalitat Catalana'. Ascendía a 1,3 millones de euros sumando el dinero en efectivo (82.500 euros) y propiedades inmobiliarias.

Hay que anotar también que es el propietario de la empresa vinícola Celler Vall Llach, fundada en 1996 con su amigo y notario Enric Costa. Esta ubicada en Porrera, comarca del Priorato (Tarragona). Exporta al mercado asiático. Sus botellas recibieron las máximas puntuaciones cuando la moda eran los vinos de alta concentración, duros de beber después de la segunda copa. Y para hacer el bien creó la 'Fundació Lluis Llach' en la República (?) de Senegal.

Pues bien, en su condición de 'diputat' ha afirmado, como sabrá quien siga los medios de comunicación no contaminados por el progresismo, que «en el momento que tengamos la ley de transitoriedad jurídica, ello obligará a todos los funcionarios que trabajan y viven en Cataluña. El que no la cumpla será sancionado. Se lo tendrán que pensar muy bien», proseguía con su amenaza. Y «muchos de ellos sufrirán, porque dentro de los Mossos d'Esquadra hay sectores que son muy contrarios».

¿Y a qué son contrarios los funcionarios no independentistas? A desobedecer la Constitución y sus leyes. A «desconectarse de 'l'Estat feixista espanyol». Miren por donde nos ha salido el anti franquista y demócrata de toda la vida: «si tiramos fuerte, caerá / y mucho tiempo no puede durar» ('La estaca', 1968). Ahora los progres han descubierto que es un totalitario que cubre su calva con una gorra de arponero a la captura de 'Moby-Dick'. Un totalitario y represor 'de debó'. Ha colaborado con el trotskista Jaume Roures -el mandamás del fútbol televisado mediante su empresa Mediapro- en sus producciones cinematográficas.

«Vaig ser un nen feixista». Esta tontería escrita por Llach obedece a su mala conciencia familiar. Su abuelo Joaquín era carlista. Su padre, alcalde franquista de Verges (donde nació el cantante) desde 1950 hasta 1963. Su abuela María Valle, una franquista inasequible al desaliento. Su tía Pilar fue la fundadora de Falange en Tarragona. Y Lluís Llach fue vicepresidente de la organización Los Cruzados de Cristo Rey de Figueres.

Con tal empanada biográfica y mental le recomendamos que se marche a la isla de Ítaca.

Y le rogamos que las sanciones a los funcionarios sean muy severas: obligarles a escuchar todos sus discos durante siete horas diarias.

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