Apocalipsis zombi en empresas públicas
PEDRO ORTIZ
Lunes, 24 de abril 2017, 23:50
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PEDRO ORTIZ
Lunes, 24 de abril 2017, 23:50
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Una pregunta del senador castellonense Mulet sobre los planes del Gobierno para luchar contra un posible apocalipsis zombi ha obtenido la respuesta adecuada: poco se puede hacer si hay un apocalipsis, por mucho que el Gobierno esté preparado para luchar contra los zombis. Al senador de Compromís poco le importan los zombis; en realidad, sólo quería demostrar, como así ocurrió, que el Gobierno responde en el Parlamento con ahínco a las preguntas chorras mientras da el silencio como respuesta a las preguntas importantes.
Sin embargo, hay zombis. Y muchos. Las empresas públicas están llenas de zombis, de fantasmas, de gente a quien nadie conoce, pero que cobra. Se cuenta que en tiempos franquistas un funcionario de clásica ventanilla, entonces tan odiada, respondió así a la pregunta de un ciudadano sobre si trabajaban por la tarde: «No, por la tarde no venimos. Cuando no trabajamos es por la mañana».
No voy en absoluto contra los funcionarios y casi ni voy contra los fantasmas. La culpa es de quien paga a los espectros y no de ellos. Ocurre que quien paga tan espléndidamente no lo hace desde su bolsillo, sino desde el bolsillo común, donde se halla la recaudación por impuestos, que son los únicos que permiten mantener a las administraciones y por lo que se ve a las empresas públicas. Así que, si se le consiente, el que puede enchufa a familiares, amigos, colegas de partido y hasta compañeros de timba.
Hace ahora un año se supo que la encargada de la limpieza de la Universidad de Sevilla había colocado a más de una veintena de familiares y que un centenar de los 700 trabajadores del Tribunal de Cuentas tenían vínculos con los principales responsables del organismo. El Tribunal de Cuentas es la institución que fiscaliza a los partidos políticos y a los organismos públicos, que es como elegir a Ribó para aligerar el tráfico.
En la Comunidad Valenciana, cada día aparece algún fantasma, algún empleado de una empresa pública que cobra puntualmente pero no va a trabajar ni pronto ni tarde ni nunca, y que ni siquiera es conocido por sus compañeros de despacho. La empresa Ciegsa, un mal sueño inventado con la excusa de construir colegios, se lleva la palma, aunque no pondría la mano en el fuego, ahora que está de moda quemarse, por ninguna entidad compañera de Ciegsa. Hace unos meses se supo que un jugador del Olímpic de Xàtiva cobraba su nómina no del club, sino de Imelsa, otra empresa pública prima hermana de Ciegsa. En Ciegsa se contrataba a mansalva y se gastaba sin descanso y no para los colegios precisamente. No hay día en el que no se manifiesten, por usar un vocablo adecuado, estos fantasmas: gente que cobra y que ni trabaja ni va por la mañana ni por la tarde. Genuinos zombis. Mulet tenía razón. Es este y no el de las películas y novelas el auténtico apocalipsis zombi.
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