Borrar
Urgente Supermercados abiertos este Viernes Santo en Valencia: Horarios especiales

Asumir riesgos

MIKEL LABASTIDA

Jueves, 20 de abril 2017, 00:03

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Vestimos igual, frecuentamos los mismos sitios, nos interesamos por las mismas pelis, libros y series, tenemos idénticas opiniones e idénticas filias y fobias. Cada uno con su tribu, con un estilo y unas coordenadas sociales diseñadas para hacernos creer únicos. Y aunque son más que evidentes estas vidas similares siempre nos queda un resquicio de diferencia (yo nunca usaré un iPhone, yo no veo películas de tal director, yo no escribo sobre ese tema) al que agarrarnos para considerarnos especiales y para disipar las sospechas del aborregamiento que llevamos encima. En este mundo uniforme en el que nos ha tocado vivir, en el que la globalización arrasa con todo, cualquier acto de rebeldía es rápidamente aplacada. Hasta para salirse de la manada hay que seguir unos parámetros establecidos. Es lo que llamaríamos rebeldía controlada. Un oximoron puro.

En este escenario, por descontado, reina lo políticamente correcto. Un chiste grosero, un comportamiento fuera de lugar, una decisión polémica o un posicionamiento enconado es rápidamente sofocado. Y al instante olvidado, no vaya a ser que a alguien se plantee salirse del patrón establecido y nos líe. A veces es inevitable que me recorra la sensación de eso ya lo he visto, eso ya lo he probado, eso ya lo he escuchado, eso ya lo he vivido. Ocurre en todos los ámbitos, en la cultura, en la política, en el pensamiento. La amenaza de lo repetitivo es una plaga.

Por ello admiro a las personas que corren riesgos, grandes y pequeños, que son valientes y se dejan llevar por una intuición, por una convicción o por las ganas de cambio. Hemos construido una sociedad poco propicia para ello, que observa con extrañeza que alguien tenga gustos extravagantes, que no considere prioritarias ciertas comodidades, que maneje un discurso que camine por derroteros más locos. Claro que habría que valorar lo que se considera loco hoy.

Me gusta el riesgo en el arte. Cuando el que sabe que es bueno en un territorio se lanza a explorar otro, cuando alguien se aleja de una tendencia pese a no estar seguro de salir bien parado, cuando el que es consciente de lo que esperan de él sirve un plato completamente diferente y siembra el desconcierto. Me gustan los riesgos también en la vida. Esos que deciden dejar trabajos seguros, carreras prometedoras, parejas idílicas, ciudades hechas especialmente para uno. Me gusta el riesgo incluso cuando conduce a excesos, a errores, o a viajes con turbulencias. Porque gracias a los que se arriesgan (hay que atreverse) aprendemos los demás y somos capaces así de plantearnos metas o retos que por nosotros mismos no hubiésemos sido capaces de hallar. Por ello cuando uno no es especialmente dado a arriesgarse, cuando le falta valentía o le sobran miedos, conviene rodearse de gente que se arriesga y aprender aunque sea un poco de ellos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios