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Es el tráfico, estúpido

PEDRO ORTIZ

Lunes, 17 de abril 2017, 23:51

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Tiene el alcalde de Valencia un barómetro que en lugar de calcular la presión atmosférica mide lo que piensan los vecinos de la política municipal. Es un barómetro como podría ser llamado termómetro o metro o báscula. El barómetro del alcalde quiere revelar lo que piensan los 700.000 valencianos tras preguntarle a dos mil y aunque no sé yo si Torricelli daría por buena la precisión del aparato, éste, cómo no, encumbra la política municipal que encabeza el señor alcalde, incluidos los silencios de las campanas, la devoción a las reinas republicanas o la limpieza. O el trato a los coches.

Soy de los pocos valencianos que se atreven a confesar que su modo habitual de transporte en Valencia es el coche, aunque cada vez lo digo con la boca más pequeña e intentado evitar que me oiga quien no deba oírme. En coche o andando, si la distancia no es excesivamente larga. En bicicleta, no y que Ribó me perdone. No tengo nada contra la bicicleta y menos cuando su uso es recreativo, pero no me parece adecuado llegar a cualquier lugar resoplando y sudoroso tras el esfuerzo de darle a los pedales. Y yo resoplo y sudo cuando subo en bici.

En el fondo sé que no estoy solo, que aunque públicamente todos renieguen de su condición de automovilistas porque es políticamente correcto hacerlo, las calles de Valencia se llenan de coches por mucho barómetro del alcalde que sostenga lo contrario. Y ahora se nota más que nunca. Valencia era una de las ciudades españolas en las que mejor se circulaba en coche, gracias a los túneles, gracias a la ordenación del tráfico o gracias a no sé qué. Y de pronto llegaron Ribó y su bicicleta y los concejales de Ribó y sus bicicletas y comenzaron a construir carriles bici en detrimento de los carriles coche. Pero el objetivo del ayuntamiento no era apoyar las dos ruedas, sino otro más ecológico aún: acabar con los coches. Tras el carril bici vino la prohibición de aparcar por la noche en el carril bus. Así que circular con coche por Valencia se ha convertido en ir de atasco en atasco para que al llegar al destino sea imposible aparcar.

No me han preguntado a mí los del barómetro, pero si lo hubiesen hecho, la gestión del tráfico hubiera recibido un cero patatero. En muy poco tiempo Valencia ha pasado de ser una de las ciudades con tráfico más amable a ser otra donde no es fácil circular y es mucho más difícil dejar de circular. El Ayuntamiento ha sido capaz de crear un problema donde no lo había, cuestión inherente a los políticos. Como si quienes van en coche lo hicieran por diversión y no por obligación. Ya digo, si me hubieran preguntado cual es el principal problema municipal de Valencia hubiera remedado a Clinton: es el tráfico, estúpido. Estúpido y escacharrado barómetro. Y el problema no es que el alcalde no lo solucione, sino que lo ha creado él.

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