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EFECTO BENÉFICO

RAMÓN PALOMAR

Jueves, 13 de abril 2017, 00:46

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Las madres de vieja escuela abocadas a la extinción deslizaban con lengua de terciopelo, a la menor ocasión y como quien no quiere la cosa, los efectos benéficos de una buena novia sobre el carácter de un hijo. Al hijo, en efecto, a cualquier hijo de una madre de vieja escuela, esto es importante, se le supone siempre un lado atribulado, acelerado, destarifado y disperso. Al hijo soltero la madre le intuye una eterna confusión mental tan solo variable en el grado de espesura incrustada en el cerebro. Sergio García acaba de conquistar una cima de gloria tremenda allá en el máster de Augusta y, como a los hijos solteros con el tiempo nos pregna una suerte de curiosa querencia materna, que nos ponemos muy madres a la mínima, uno observa en este triunfo la calma espiritual que le suministra a Sergio su novia. A Sergio García le acompaña una bella novia que no sólo parece siempre como recién duchada, sino que es periodista y, detalle insuperable que me maravilla, natural de Texas. ¡Texas! Esto se me antoja el colmo del exotismo. Si no recuerdo mal en Texas, no hace mucho, autorizaron lo de portar un arma (revólver, automática) al cinto. Texas huele a pastos infinitos donde manadas de vacas cuernilargas rumían hierba fresca. Texas, en esa particular mitología nuestra forjada a base de westerns de sobremesa, irrumpe erizada por pozos de petróleo que bombean el crudo sin pausa. Con una novia de Texas como la de Sergio sientas la cabeza, maduras y hasta te casas con la chaqueta verde frente al altar. Una novia de Texas supera el éxito de Augusta en el definitivo y primordial terreno de lo personal. Claro que, una madre de vieja escuela tiene que dar el visto bueno en esa relación. Esto lo damos por supuesto. Porque como te diga la madre lo de: «¿Texas? ¿Ahí no mataron a Kennedy?», la hemos fastidiado.

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