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MEDIDAS ANTISOCIALES

PABLO SALAZAR

Lunes, 3 de abril 2017, 23:35

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Si en lugar de empeñarse en aplicar a cualquier precio su catecismo nacionalista/ecologista pensaran un poco más algunas de sus medidas y si de verdad tuvieran vocación de diálogo con todas las partes implicadas en lugar de aparentar una especie de democracia participativa que no resiste la prueba del algodón, se darían cuenta de que están gobernando en contra de los intereses de la gente más sencilla y humilde, un colectivo al que la izquierda nacionalista dice representar. La política de progresiva imposición del valenciano en las aulas perjudica claramente a los inmigrantes, que obviamente siempre van a estar en posición de desventaja respecto a los naturales de la Comunitat. Si una pareja se viene a Valencia desde Ecuador o desde Bolivia en busca de un trabajo y una vida mejor, lo último que quieren para su hijo es que la enseñanza sea preferentemente en valenciano en lugar de en castellano. Lo mismo puede decirse del requisito lingüístico, de la barrera del valenciano para aprobar unas oposiciones. El colectivo de inmigrantes vuelve a quedarse en situación de inferioridad respecto al resto de potenciales candidatos. Para pasar como muy progre y socialmente muy avanzado está muy bien eso de anunciar que se va a fletar un barco para traer refugiados sirios -aunque luego se demuestre que lo que se pensaba ofrecer era en su mayor parte instalaciones que están siendo utilizadas para otros fines o que se encuentran en un pésimo estado-, pero la realidad es la que es y en este caso lo que se demuestra es que primero interesa hacer ideología (nacionalista) desde la escuela y luego ya veremos qué pasa con los extranjeros.

Y en materia de tráfico, donde un ecologista radical dirige manu millitari la delegación de Movilidad de Valencia, ocurre algo muy parecido: primero la ideología y luego las personas. Se suprime el aparcamiento nocturno en el carril bus, lo que perjudica claramente a las rentas más bajas, a aquellos vecinos que tienen coche pero no tienen una plaza de aparcamiento en propiedad o alquilada. Las rentas más altas no tienen este problema. Se proclama a los cuatro vientos que la Administración va a proteger al pequeño comercio, pero la medida va a acabar favoreciendo a los grandes centros comerciales de la perferia, donde es posible aparcar con facilidad. Y en el horizonte, algunos ayuntamientos 'del cambio' ya anuncian restricciones de circulación para los coches viejos, los de más de 20 años, es decir, los que tienen personas con menos recursos económicos, que no pueden renovar su automóvil cada cuatro o cinco años. Claro que, probablemente, en el particular imaginario de Grezzi, los automovilistas son todos votantes del PP, lo cual explica su peculiar manera de entender la movilidad en una gran ciudad.

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