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LOS NIÑOS DE LOS 200 GOLES

HÉCTOR ESTEBAN

Sábado, 1 de abril 2017, 23:55

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Ayer, mientras rastreaba las redes sociales, me topé con un tuit del Patacona Club de Fútbol: «Lamentamos batir el récord de goles (200) de la C. Valenciana con nuestro PB (prebenjamín), pero es que no los podemos parar». Lo primero que me vino a la cabeza es lo aburrido que debe de ser ir a ver un partido de fútbol de niños de seis y siete años que por norma terminan cada encuentro con un marcado de 15-0 o similar. ¿Qué aprende un menor que cada fin de semana aplasta a la mayoría de sus rivales? Supongo que nada. No dudo que haya esfuerzo pero creo que habrá poca exigencia. No se compite. En la cuenta del Patacona, justo encima de este tuit, había otro que desde lo que me pareció el perfil de un entrenador del club decía: «Si proyectas perfección, engañas. Si transmites singularidad, enamoras. Si inspiras humildad, educas». El mensaje me pareció muy apropiado dentro del abanico de valores que hay que transmitir en el fútbol base y totalmente contradictorio con el anterior, aunque se haya escrito en tono distendido. No es ejemplo de humildad sacar pecho por una marca que, seguramente, habrá provocado el disgusto de otros niños que han salido goleados jornada tras jornada. El fútbol base añejo, el de los campos de tierra y las Franjo y las Marco como tesoro, era mucho más sano. Las clasificaciones brillaban por su ausencia y las tablas de goleadores eran una leyenda urbana. El único recuerdo que te llevabas a casa era las heridas en las rodillas y los dolores de cabeza si ese día el balón era un Mikasa. Hoy en día, el acceso a la clasificación es libre más allá del tablón de corcho de cada escuela y el pichichi entre niños se han convertido en una competición paralela como escuela de chupones goleadores. Internet lo hace todo más fácil y simple. El tuit del Patacona no deja de ser una anécdota pero evitar la tentación es el primer paso para darle una normalidad a un juego de niños. Si por arriba hay equipos que marcan goles por centenares, por los bajos fondos de la tabla hay quien los recibe en las mismas cantidades. Por eso, quizá, ha llegado el momento de que la Federación de Fútbol de la Comunitat Valenciana aplique la regla de que a partir de la decena ya no se empiecen a contabilizar tantos que no llevan a ninguna parte. Las escuelas de fútbol son un eslabón más en la cadena educativa de los niños. Nadie será Messi. Por eso, más allá de la cantidad de goles, es más gratificante la mano tendida a un compañero, el valor de un penalti errado adrede cuando la infracción no ha existid o la opción de levantar el pie y dejar de mirar la portería contraria cuando el marcador dibuja una goleada innecesaria. El tiempo hará mucho más fuertes a aquellos que cuenta los goles por centenares en sus redes. Las goleadas en contra curten.

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