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'El Pirulí'

Un tercio de los valencianos tendrá que preguntar al abuelo para entender la falla de Manolo García

F. P. PUCHE

Jueves, 16 de marzo 2017, 00:18

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Desde el sábado, una gran estructura de madera crece y crece en la plaza del Ayuntamiento. Pero hay al menos un tercio de los valencianos, todos los menores de cuarenta años, que tendrán que ingeniárselas, o preguntar al abuelo, para comprender cabalmente la falla oficial de la ciudad. Porque el recurso a la lejana historia del 'Pirulí' de Calatrava a la hora de evocar nuestros fracasos -proyectos fallidos, enmendados o frustrados- es un ejercicio de autocrítica valiente; pero supone un salto muy grande en el túnel del tiempo, reclama un gran esfuerzo de memoria y exige un alto grado de información sobre la ciudad de finales de los años ochenta.

Manolo García, el artista de la falla, el Rey de la Vareta, ya no es un adolescente. Tenía 28 años cuando Jesús Coello escribió por primera vez en este periódico (17.12.1987) sobre el proyecto de levantar, en la zona de expansión de Monteolivete, una torre de comunicaciones que muy poco después fue bautizada como 'El Pirulí' y objetada por estar muy cerca de la senda de planeo del aeropuerto de Manises.

Un Joan Lerma que ya había perdido el Ayuntamiento a manos de Rita Barberá presentó, en septiembre de 1991, un primer boceto de Ciudad de las Ciencias con una torre de comunicaciones, diseñada por Santiago Calatrava, que iba a ser la segunda de Europa en altura y alcanzar los 382 metros. El conjunto se presupuestó en más de 28.000 millones de pesetas; solamente la torre iba a costar 14.679 millones, que se obtendrían vendiendo los apartamentos y oficinas levantados en sus tres patas. Pero la falla, nostálgica con el perdido poder de la izquierda, parece que glosa que en el camino de la torre se cruzaron muchas 'trabas'; una de ellas, y no pequeña, fue la crítica de este y otros periódicos.

El resto de la historia lo conocemos, sobre todo, las generaciones que sabemos quiénes fueron Nino Bravo y Tierno Galván. En 1995, cuando los cimientos se habían comenzado, Joan Lerma perdió las elecciones y la obra se quedó congelada un par de años hasta que Eduardo Zaplana y Santiago Calatrava congeniaron, casaron sus respectivas ambiciones, y 'El Pirulí' se transformó en el Palau de les Arts.

Todo indica que lo que le ha interesado al artista son las posibilidades que la 'vareta' permite a la hora de construir la que posiblemente será (42 metros) la falla más alta de la historia. Sin embargo, recurrir al 'Pirulí' como metáfora de los problemas históricos de la izquierda en la historia de la ciudad, tiene sus riesgos. Esa falla de todos lo que necesita es, sobre todo, de un artista que introduzca la verdadera innovación y rompa de una vez con la 'condena' de reproducir torres, esculturas, monumentos o símbolos reconocidos o reconocibles. ¿Por qué siempre lo mismo? Las fallas, obligadas a ser, sobre todo, actualidad rabiosa, periodismo palpitante, deberían haber puesto este año, en la cumbre fallera de la plaza mayor, una monumental bicicleta.

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