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Educación, carnaval y cuaresma

SALVADOR PEIRÓ I GREGÒRI CATEDRÁTICO DE UNIVERSIDAD

Domingo, 12 de marzo 2017, 23:54

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En demasiadas escuelas hace unos días todo era como una verbena, con espectáculo incluido; con mezcla de festival, sin ser en sí jornada escolar festiva. Sólo faltaba que en cada aula se agrupara la gente para desarrollar su guateque. La celebración, sin convite en general, mezclaba reunión con juerga. No serían de extrañar carantoñas, mimos, caricias, agasajos, halagos.

¿Qué se celebra? El carnaval consiste en una serie de encuentros, sucediendo inmediatamente antes de la cuaresma cristiana, la cual se inicia con el Miércoles de Ceniza. El significado de cuaresma es penitencia o mortificación, abstinencia de ciertas clases de alimentos, ayuno o parquedad en la alimentación.

En la historia de las humanidades aprendimos que Don Carnal se contraponía a Doña Cuaresma, celebrada después. El primero no es admitido por la Iglesia Católica como celebración relativa a lo religioso, pero está asociado con los países de tradición católica, pues los cristianos ortodoxos orientales no lo acostumbran; las culturas protestantes tienen tradiciones modificadas, como el carnaval danés.

Si hacemos una interpretación de la raíz histórica y la práctica real es escuelas e IES, veremos que el vínculo entre Carnaval y Cuaresma ha sido roto. La inflación de, más que de alimentos es de bebidas y expresiones gruesas, conductas 'fuertes', es acentuada por sí misma. No se ofrece con orientación, con esperanza. Parece que se pensara en un '¡Ya era hora!', '¡a desfogarse!' Y esto trae consecuencias negativas en la calidad y resultados de la educación.

Me explico.

El sistema educativo encomienda a las escuelas e IES que su labor tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana. Para lograr este fin, cada docente pide a sus alumnos que se esfuercen por aprender, que estén con los codos pegados al pupitre 'atendiendo' lo que hacen, ser puntuales, tener claro el cerebro para que lo bebido y comido no les obnubile, etc.

Al investigar uno de los factores que causan perturbaciones en las aulas, a la vez que provocan fracaso escolar, es que haya contradicciones entre el sistema educativo y la sociedad. Es decir: si la sociedad prioriza unos valores y el centro promueve otros diferentes, los valores de la institución docente carecerán de legitimación, puesto que riñen con los valores pregonados por las sociedades de donde proviene el educando. Entonces se produce por parte de los escolares de un rechazo de unos y otros valores; lo cual produce un conflicto entre sujeto y la vida académica.

Si tal situación, que sucedía en tiempos pasados, era conflictiva; hoy en día, según lo que se aprecia por las diversas ciudades y pueblos, se organiza desde y para dentro de la escuela, también. Lo cual, por lo dicho antes, deslegitimiza todo el modelo educativo que la Constitución plantea. En derivación, los valores que ésta define como mínimos (solidaridad, libertad, paz, tolerancia, justicia, respeto.) están más que en cuerda floja.

Y, por otra parte, se oyen quejas de docentes, se lamentan de la falta de disciplina, de carencia de orden, de impuntualidad, de «¡oye, que no me respetan como autoridad!». Y es que aquellos polvos traen estos lodos, hechos con agua y bebidas.

Interpretación.

Al desligar lo carnavalesco social con la Cuaresma, se está llevando del ronzal a los escolares hacia una civilización precristiana. Ya sabes: carencia de igualdad por la dignidad de todos y cada uno, insolidaridad, esclavitud, que no libertad, de tales hábitos negativos (vicios), etcétera. Y lo peor, que desde los centros educativos se enseñe eso, como una retroceso al origen de su celebración, situada en las fiestas paganas en honor a Baco, el dios romano del vino, las saturnales y las lupercales romanas, o las que se realizaban en honor del toro Apis en Egipto.

Mejor sería enseñar a cultivar el carácter, con las propuestas de la Cuaresma, que contribuyen al logro del fin educativo. Hay que lograr la estudiosidad, la socialidad, la clarividencia. Y eso no se hace con juergas ni bacanales. Si desde la sociedad hay esa costumbre, la escuela está para enderezar las costumbres. Si el centro educativo renuncia de esta honorable labor, dejará de ser 'alma mater pópuli'.

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