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LA TENTACIÓN ALICANTINA

PABLO SALAZAR

Miércoles, 8 de marzo 2017, 00:18

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La tentación del antivalencianismo siempre anida en una parte de la sociedad alicantina. Dicen que es el problema de una comunidad, el Reino de Valencia, donde el gentilicio de los nacidos en la capital, en la provincia que lleva su nombre y en la región es el mismo, valencianos. En Málaga hay un enfrentamiento con Sevilla por el centralismo que al parecer ejerce la capital de la autonomía pero no hay antiandalucismo, no se pone en cuestión la propia existencia de la comunidad. Algo parecido se podría decir de La Coruña y Vigo con Santiago, en Galicia, o de Bilbao, San Sebastián y Vitoria, en el País Vasco. Cada vez son más las voces críticas hacia un modelo autonómico que ha acabado creando una España casi federal y que reclaman una vuelta atrás, especialmente en la competencia sobre la educación. Pero ese desandar lo andado no va a provocar -al menos a corto y medio plazo- un regreso al modelo provincial, con el que quizás sueñan algunos promotores más contumaces del alicantinismo. El fracaso de la patronal autonómica Cierval no debería ser visto como un éxito para Alicante, aunque ahora los dirigentes de Coepa -la organización alicantina- carguen contra la refundación de la CEV que trata de pasar de su ámbito provincial al regional. La experiencia demuestra que las piedras que se ponen por el camino acaban saltando contra los que se dedican a colocarlas. Ya pasó con la frustrada fusión entre la Bancaja valenciano-castellonense y la CAM alicantina. Tras torpedear la operación cuando hubiera sido posible y deseable, años después las dos entidades valencianas acabaron en manos madrileñas y catalanas, o, lo que es lo mismo, la historia terminó con la desaparición del sector financiero valenciano. El Consell de Puig, conocedor de la desafección autonómica en algunos sectores de la sociedad y el empresariado, cuida a Alicante con especial mimo. Manolo Illueca, director del Instituto Valenciano de Finanzas, bien podría confirmarlo, sólo él sabe lo que le está costando el -llamémoslo así- 'asunto Hércules'. Por no hablar del respaldo de la Generalitat a la Volvo Ocean Race, que se ha librado del 'no es no' a los grandes proyectos. En todo caso, tan condenada al fracaso está la ofensiva de Compromís contra las diputaciones y, de paso, las provincias, con el fin de reemplazar esta estructura territorial por la comarcal, como los intentos de acabar con organizaciones autonómicas que en diferentes ámbitos tienen que ser los únicos interlocutores válidos. Aunque el antivalencianismo en Alicante siempre sea bien recibido por cierta parroquia, al final tiene muy poco recorrido. La aventura se acaba en cuanto desde Elche, Alcoy, Dénia, Orihuela o Benidorm dejan bien claro a sus promotores que los experimentos en casa y con gaseosa.

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