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LA HORA DE LOS SENSATOS

PABLO SALAZAR

Lunes, 27 de febrero 2017, 23:48

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A raíz de la entrevista publicada en este periódico el pasado domingo con el poeta Guillermo Carnero, un político valenciano me envió un mensaje en el que, tras admirarse de la valentía del escritor al decir lo que muchos piensan pero pocos se atreven a proclamar en voz alta, se preguntaba, con cierta amargura, cuántos españoles sensatos quedan. Le contesté -confieso que sin estar del todo seguro de mi respuesta- que tal vez son muchos más de lo que pensamos pero que el problema está en que permanecen mudos mientras son los más radicales los que salen cada día al escenario sencillamente porque son los que hacen más ruido. A muchos no usuarios habituales de las redes sociales les da miedo -casi podría escribir pánico-la reacción en la red ante un artículo, una carta o un simple comentario que vaya contra el pensamiento políticamente correcto. Se equivocan. El perfil de esos activistas de Internet que saltan contra todo lo que se mueve para intentar amedrentar al diferente es casi idéntico en todos los casos, extremistas de escasa cultura y mucho tiempo libre para dedicarlo a tratar de derribar al que se sale de la línea. Y además están los pagados por partidos e instituciones públicas, que emplean su 'horario de trabajo' en este cometido, derribar a base de tuits cualquier tipo de oposición al 'régimen', incluyendo en este término la 'cultureta' oficial y bien pagada, el catalanismo (que ni siquiera da marcha atrás cuando la casa madre conspira para romper España), el anticlericalismo, el antimilitarismo, la izquierda más radicalizada y antisistema, los nacionalismos periféricos y antiespañoles y, en definitiva, todo lo que podría agruparse en ese genérico tan desgastado y carente de valor llamado 'progresismo'. Frente a este imposición pseudoideológica, muchos de esos sensatos prefieren permanecer callados, refugiarse en sus lecturas y limitarse a ejercer sus derechos ciudadanos, como el del voto. Si fueran tuiteros compulsivos dirían muchas de las cosas que Carnero apuntó en la entrevista, como que las autonomías han agravado el problema de la educación en España, que un bachillerato de hace cincuenta años es superior a una licenciatura actual, que la cultura no cabe en mensajitos de 140 caracteres, que uno de los grandes males de nuestra sociedad es la propaganda, que ya no hay lectores sino seguidores o que hacer depender la identidad de un pueblo de la lengua es muy peligroso y es dar la razón a Hitler, que lo primero que hizo fue anexionarse o invadir por la fuerza los territorios donde se hablaba alemán. Hace falta valentía y arrojo para enfrentarse a la jauría de los radicales sin fronteras que disparan contra todo lo que se mueve. Pero no hay que confundir la sensatez con el carácter acomodaticio y meninfot.

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