OPACIDAD Y DESIGUALDAD
PABLO ROVIRA DELEGADO DEL PERIÓDICO MAGISTERIO EN LA COMUNITAT
Miércoles, 22 de febrero 2017, 00:06
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PABLO ROVIRA DELEGADO DEL PERIÓDICO MAGISTERIO EN LA COMUNITAT
Miércoles, 22 de febrero 2017, 00:06
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Que la evaluación de la aplicación de la jornada continua se conozca tras su generalización (303 centros este año y otros 362 que la votarán para el que viene) y sólo por la prensa significa que el Consell no ha actuado con la transparencia debida. Esto de la transparencia, de la que tanto se habla que incluso justifica una Conselleria entera, no es sólo una cuestión del manejo de los dineros, que también. La Administración, con su normativa, 'obliga' a miles de familias a tener que elegir un tipo de jornada escolar; con su falta de información, les desprotege ante visiones, opiniones y argumentos de parte.
Hay que tener en cuenta que sobre la jornada continua se da un debate asimétrico. Los docentes -y las direcciones- impulsan y elaboran el proyecto, y utilizan su argumento de autoridad para convencer a las familias de las bondades de la jornada continua. Por eso, dado este desequilibrio, la Administración debería ser garante de los derechos de las familias, y eso pasa por garantizarles el acceso a información objetiva y no sólo de parte.
La muestra de ese desequilibrio se observa incluso en el propio informe ahora conocido, donde las percepciones que trasladan los equipos directivos en sus autoevaluaciones son mucho más favorables a las ventajas de la jornada continua que los datos objetivos, cuantitativos, que aparecen en él. Efectivamente, no todo es concluyente en la evaluación realizada por la Conselleria. Podría haber sido mucho más completa y estaba en su mano que esto hubiera sido así. Sobre todo porque, tal y como se recoge en el preámbulo de la orden de junio de 2016, este informe fue una de las motivaciones para que la norma que ha extendido la jornada continua en la Comunitat sea como es.
En cuanto a su contenido, distingo, como he dicho, los números de las opiniones, y esos números desmienten, al menos matizan, muchas de las promesas y expectativas que se incluyen, por norma general, en los proyectos de jornada continua en los centros. Y quizás el más significativo: que apenas uno de cada cuatro alumnos siga en el centro por la tarde significa que la mayoría de nuestros alumnos ya no están escolarizados a esas horas: unos estarán en extraescolares que sufraga su familia y otros en casa. Ya no es la duda sobre el impacto que tiene la jornada continua en el rendimiento académico, sino la evidencia de que en la práctica la permanencia en lo público, en lo común, de nuestros alumnos es menor, y por tanto se incrementa la ventaja educativa que se puede obtener en lo privado.
En resumen: estos datos revelan el riesgo de que la jornada continua genere desigualdad. El resto es literatura.
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