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El ajedrez de Podemos

Ha convertido en noticia su propia presencia y su modo de estar en el Congreso de los Diputados

Mª JOSÉ POU AMÉRIGO

Miércoles, 22 de febrero 2017, 00:06

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Una de las formas que tenía la Unión Soviética de mostrar que un miembro del régimen estaba en alza o en declive era a través de su presencia en las fotografías oficiales. Aquellos no eran tiempos de Photoshop y, sin embargo, sus servicios de inteligencia eran capaces de 'borrar' a un enemigo político o a quien había traicionado la confianza del Politburó. Su desaparición virtual era anticipo o metáfora de la disolución física que terminaba por llegar, bien porque lo llevaban a disfrutar del gulag bien porque, directamente, se deshacían de él como Kim Jong-un de sus hermanastros incómodos.

El juego de peones que ha efectuado Podemos en el Congreso de los Diputados estos días recuerda mucho a aquello. De pronto, Errejón pasa a la fila de atrás, la tercera; Bescansa, a la cuarta, y Tania Sánchez, a la última, como los alumnos díscolos. Los movimientos de piezas son el recuerdo simbólico de lo sucedido en Vistalegre II, el triunfo de Pablo y la defenestración del niño respondón. La nueva portavoz ha querido justificar lo que no necesita más explicación que los equilibrios de poder -ya decantados a favor de un sector-, naturales en un grupo y mucho más en un partido de corte clásico aunque vaya de asambleario. Dice Montero que la nueva organización revela que las mujeres «dan un paso adelante». Me pregunto qué será Bescansa y no digamos Tania Sánchez, reubicada en el 'gallinero' de la Carrera de San Jerónimo.

Lo llamativo en sí no es el cambio de escaños. En todos los partidos se producen con más o menos discreción. La diferencia es que Podemos ha explotado tanto el simbolismo frente a las cámaras que cualquier normalidad en otro grupo, aquí se convierte en imagen de impacto. Los gestos entre compañeros pasan a menudo inadvertidos en el PSOE o en el PP. Probablemente haya sus enfados, sus rencillas y sus vendettas entre sectores y 'familias' pero como sus diputados no suelen darse besos 'de tornillo' ni llevan a la prole innecesariamente para atraer los focos de la prensa apenas nos fijamos en lo que sucede. En cambio, Podemos ha convertido en noticia su propia presencia y su modo de estar en la Cámara. No solo son interesantes por lo que dicen ni por cómo lo dicen sino por cómo se comportan. Su forma de estar es el mensaje, de ahí que ahora la sustitución de peones por reinas o torres en el ajedrez del grupo morado adquiera tanta relevancia. Habrá que tener más paciencia para ver caer definitivamente a Errejón. Quienes presumieron de ser, ante todo, amigos han demostrado que sus diferencias no se resuelven como amigos sino como oponentes. Si realmente fuera un grupo abierto a la discrepancia y plural lo más inteligente hubiera sido dejar a Errejón cerca del líder. El mensaje que se daría así sería de unidad en la diversidad. Su cambio de casilla evidencia otra cosa. Lenguaje no verbal en el Parlamento. Como en las personas, más revelador que la palabra.

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