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NO TAN SOLO

ESTHER ASPERILLA

Viernes, 17 de febrero 2017, 00:31

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La Real Academia Española de la lengua ha comunicado que el vocablo solo definitivamente no lleva acento. En ningún caso. En fin. Tenía que ocurrir tarde o temprano. Sólo versus solo y el acentuado tenía todas las de perder. Hordas de académicos y no académicos han alzado su voz indignados por la desaparición de tan insigne tilde.

A mí también me ha fastidiado un poco, la verdad, pero es que yo siempre he sido muy de acentos. Cierto es que entiendo las razones que arguye la RAE. De hecho, sé que tienen razón. La ambigüedad del significado atribuido al adverbio, que se acentuaba en los casos en los que equivalía a solamente y para diferenciarlo del adjetivo, no era razón suficiente para su acentuación. «Estaré allí solo esta tarde», por ejemplo. ¿Estaré únicamente esta tarde y ninguna más o estaré sin más compañía que mi persona? La RAE argumenta que esa clase de equívocos se dan también con otros vocablos (por ejemplo: te espero en el banco) y no por ello se acentúan. Que la imprecisión se ha de resolver atendiendo al contexto y sin tener que hacer uso de la tilde. Que cuando hablamos, el acento está igualmente ausente.

Ya lo sé. Y lo entiendo. Pero a mí, qué queréis que os diga. Me cuesta no ponerlo. Y no es por el acento en sí. Es porque significa renunciar a lo que aprendí con el sudor de mi frente. Porque equivale un poco a reconocer que una parte de mi educación fue fallida o estuvo incompleta. Una parte de ese mundo que construimos con ayuda de otros y que se desmorona un poco cuando las premisas que dabas por buenas se vienen abajo. Nostalgia de cuadernos de caligrafía y de costumbres pasadas de moda, supongo.

Y sin embargo también creo firmemente en la necesidad de simplificar. Las excepciones, cuando son muchas, alejan la lengua de sus posibles adeptos y lo simple es, a menudo, lo más bello.

Por eso a partir de ahora voy a abrazar ese solo que hoy, huérfano de tilde pero arropado por todos, no se sentirá tan solo.

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