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EDITORIAL | Una España circular, radial y sin escisiones territoriales

Los empresarios deben exigir el corredor mediterráneo sin olvidar que el desafío soberanista catalán es su mayor obstáculo

LAS PROVINCIAS

Lunes, 13 de febrero 2017, 19:16

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La jornada por el corredor mediterráneo celebrada en Tarragona se ha convertido no sólo en la reivindicación de una pronta terminación de las obras del tercer hilo de este eje ferroviario sino también de la necesidad de complementar el mapa de las infraestructuras en España caracterizado por su esquema radial con visiones transversales y circulares que atiendan las comunicaciones de la periferia. Como han puesto de manifiesto destacados empresarios con el presidente de Mercadona, Juan Roig, a la cabeza no es comprensible que a estas alturas del siglo XXI la segunda y la tercera ciudades españolas no tengan una relación ferroviaria de primer nivel, existiendo aún tramos de vía única, y que el litoral mediterráneo, que agrupa a casi el 50% de la población y del PIB y a un porcentaje aún mayor de las exportaciones, no cuente con un corredor que permita la salida hacia Europa de mercancías y personas.

Cabe destacar el acierto de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), organizadora del evento, al ligar su apuesta por el modelo circular pero manteniendo al mismo tiempo el radial, frente a las tentaciones nacionalistas que dudan de la idoneidad de que la capital de España debe estar bien comunicada con el resto de grandes ciudades. La objeción, evidentemente, es más ideológica que racional, está más basada en prejuicios que en datos y no se sostiene por la simple constatación de que Madrid es hoy una de las principales metrópolis europeas, un centro internacional de negocios y de cultura, la capital administrativa y política del Estado, por lo que no tiene ningún sentido dudar de la conveniencia de que disponga de una conexión privilegiada con el resto de territorios.

Sin embargo, lo que no pueden olvidar Vicente Boluda, Juan Roig y el resto de dirigentes de AVE es que el mayor peligro que hoy padece el corredor mediterráneo no viene por la vía de los retrasos en la ejecución de las obras o de la disponibilidad presupuestaria sino por el abierto desafío que las instituciones catalanas han planteado al Estado español con una apuesta por la independencia que en caso de llegar a concretarse situaría la frontera de España en el límite de la Comunitat Valenciana. Un escenario así invalidaría por completo la conveniencia de una infraestructura que financiada por el Estado español acabaría siendo controlada por otro Estado. Sería por ello deseable un pronunciamiento de los empresarios valencianos igual de categórico que el que han venido sosteniendo para reivindicar la financiación del corredor, que mostrara su inequívoca defensa de la integridad territorial y alertara de la sentencia de muerte que recaería sobre el proyecto si Cataluña se independizara.

El litoral mediterráneo, desde Cataluña a Andalucía, pasando por Valencia y Murcia, exige un eje ferroviario por razones geográficas, estratégicas y económicas, sin tener que recurrir a argumentos identitarios, lingüísticos y culturales interesados, sectarios y falaces. Y lo debe hacer dentro de la innegociable unidad de España que consagra la Constitución del 78, sin deslealtades, sin escisiones, con la solidaridad interterritorial por bandera.

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