Medidores de sensación térmica
Falta un aparato que traduzca a números las impresiones de frío o calor, no esa antigualla del termómetro
VICENTE LLADRÓ
Sábado, 21 de enero 2017, 00:24
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VICENTE LLADRÓ
Sábado, 21 de enero 2017, 00:24
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La voz radiofónica nos anuncia que la temperatura en el centro de Valencia es en ese momento de siete grados, pero aclara que la sensación térmica es de sólo tres. Y así nos informan repetidamente, juntando las temperaturas realmente medidas en los termómetros con los etéreos valores que se suponen de sensación térmica, que es el dato posmoderno que nos facilitan para que intuyamos a qué atenernos al salir a la calle.
Pero ¿cómo establecer eso de la sensación térmica con validez general y objetiva?, ¿cómo ajustar impresiones?, ¿cómo se mide una emoción? No hay manera. Todos hemos estado en situaciones en las que nos ha parecido que hacía más o menos frío, y también más o menos calor, de lo que nos informaba un termómetro a mano. Y, encima, unas veces ha sido así y otras al revés. ¿O no?
Para calcular lo de la sensación térmica entran en liza complejas fórmulas que tienen en cuenta diversos índices y factores, como la velocidad del viento, la humedad, el metabolismo personal y hasta el tipo de vestimenta. Porque, naturalmente, no es lo mismo quedarse uno semidesnudo a la intemperie, en pleno temporal, que ir bien abrigado; ni andar con corbata en pleno día de fuerte poniente veraniego que estar en bañador, a la sombra y zambulléndose de vez en cuando en el agua. La cosa cambia, aunque la temperatura sea la misma.
Por otro lado es bien conocido que todas las personas no notamos lo mismo, como si dijéramos que no tenemos calibrado con igual regulación una especie de termostato individual. Lo vemos a diario en cualquier lugar cerrado, sea en casa, el trabajo o un sitio de ocio. Unos tienen calor y reclaman aire acondicionado o ventanas abiertas, mientras otros aseguran que sienten frío y piden calefacción. Hay quien no sabe conducir con la ventanilla cerrada y en cambio puede llevar un acompañante que tirite con la mínima rendija entreabierta.
Todo ello nos lleva a convenir la necesidad de que los inventores se pongan a la tarea de desarrollar aparatos que sean capaces de medir con exactitud eso de la sensación térmica, habida cuenta de que el término se ha hecho carne definitiva entre el respetable público. Lo que no podemos es permanecer en la actual ambigüedad de que cualquiera nos traduzca los grados reales a las sensaciones de su cuerpo, porque puede variar mucho respecto a las nuestras.
El termómetro fue un buen invento, pero queda evidente que se ha convertido en una antigualla, ahora impera lo de la sensación térmica; de la misma manera que hemos preferido arrinconar el vetusto sistema métrico decimal, con su tufo decimonónico, y preferimos cuantificar las superficies de montes con los campos de fútbol que cabrían y los caudales de agua con la piscina olímpica como unidad. Nos faltan nuevas unidades de longitud, de peso y de sensación térmica. Además, ¿alguien ha visto que varios termómetros juntos marquen exactamente igual?
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