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La América de Trump

La América de Trump

El presidente número 45 de los EE UU tomará hoy posesión de su cargo y abrirá una etapa llena de interrogantes, después de las elecciones más complejas que se recuerdan

JULIO GONZÁLEZ CATEDRÁTICO DE DERECHO ADMINISTRATIVO Y ANALISTA DE AGENDA PÚBLICA

Viernes, 20 de enero 2017, 00:44

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Donald Trump tomará posesión hoy como 45 Presidente de los Estados Unidos. Posiblemente hayan sido las elecciones más complejas de los últimos años y la que abre más interrogantes. Pero, ¿han sido tan decisivas las elecciones de 2016? Sí, aparentemente han sido unas elecciones muy significativas por dos razones esenciales. La primera es que, nominalmente, el Partido Republicano tiene todo el poder en la actualidad. No obstante, no es un poder tan claro en la medida en que Trump fue también un candidato contra el establishment republicano. En segundo lugar, son las elecciones en las que se ha producido una victoria contra el establishment, tanto en el Partido Republicano como en el Partido Demócrata. Incluso se podría hablar de los votantes de Obama que han votado por Trump por su carácter rupturista que tiene.

Y esto abre unas consecuencias que pueden provocar conflictos: el del Trump con el establishment de Washington por sus políticas como por su forma de actuar; en segundo lugar, el que se percibirá con el establishment republicano que le ha ayudado a ganar las elecciones pero que no forma parte de su «núcleo duro» y con el que tendrá que convivir y, por último, incluso se podrá percibir un conflicto en el modo de actuar con el sistema de agencias y con el procedimentalizado proceso legislativo.

¿Qué va a poder hacer Trump en política exterior? En este aspecto, podremos encontrarnos con tres tipos de situaciones. La primera afecta a lo que será sencillo. Hay dos ejemplos de los aspectos como son intesificar las relaciones con Israel y terminar con los tratados multilaterales de libre comercio como el TPP. Resultará complejo, en cambio, que pueda cambiar otros elementos: no habrá un cambio radical en la política comercial, dado que el proteccionismo no sería bien visto por la sociedad estadounidense teniendo en cuenta los amplios incentivos que hay para la exportación y que constituyen un elemento central en la generación de renta, para los agricultores. Pese al poco tiempo transcurrido, los lazos económicos que se han generado con Cuba harán que una vuelta atrás no resulte posible. Y, en tercer lugar, no es previsible un cambio en relación con el acuerdo con Irán.

Entre ambos extremos se encuentra la política migratoria. No podrá ejecutar las deportaciones de todos los emigrantes ilegales, entre otras cosas por el impacto que tendría en la economía estadounidense. En cambio, sí continuará la política de deportaciones de Obama de aquellos que hayan cometido delitos, aunque hará más ostentación.

¿Qué va a poder hacer Trump en política interior estadounidense? También va ser compleja. De entrada, porque uno de los aspectos que quiere impulsar, la desregulación, conllevará mucho tiempo teniendo en cuenta el complejo procedimiento reglamentario que hay en EE UU. Desde un punto de vista de actuaciones materiales, Trump ha llegado con tres promesas: por un lado, el recorte de impuestos, muy complicado teniendo en cuenta la deuda pública y la necesidad de mantener ciertas prestaciones e incentivos públicos a la economía; por otro, el plan de infraestructuras de 3.000 millones de dólares. No hay partidas presupuestarias que lo pudieran soportar. Y por último, el obamacare: posiblemente el punto en donde pueda chocar más con intereses de la población. El problema central es que no se intuye nada con lo que lo pueda sustituir y hay multitud de aspectos del programa con el que la sociedad estadounidense están muy satisfechos ya que los costes sanitarios en EE UU son altísimos.

Por todo ello, hay dos aspectos que se deben tener en cuenta. El pesimismo viene por una conjunción de factores: en primer lugar, su personalidad y su sensación de que las reglas no se le aplican. De hecho, su personalidad puede provocar reacciones exageradas tanto por sus partidarios como por los detractores de Trump. Dentro de ellos, un factor es la falta de un programa claro de gobierno. En segundo lugar, su equipo. Y dentro de ellos, preocupa especialmente el director de su Gabinete, Reince Priebus y Stephen Bannon, el nuevo director de estrategia de la Administración Trump y uno de los principales representantes de los movimientos alt-right que han aupado a Trump a la Presidencia.

Asimismo, respecto al Tribunal Supremo,. Trump va a tener que designar al menos un juez, que sustituya al fallecido Scalia. Ginsburg puede que presente la dimisión próximamente si cumple lo que ha señalado, sobre todo después de la polémica con Trump cuando era candidato. Esto provocarían dos elecciones que repercutirán negativamente en la creación de los Estados Unidos del futuro.

Tras estos aspectos, uno podría plantearse si hay algún motivo para el optimismo. Hay que llamar la atención en la solidez del sistema estadounidense de checks and balances, referido tanto a los mecanismos federales de control de la Presidencia como a los que provienen de los Estados, que permitirán limitar la capacidad de actuar de Trump.

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