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'Cláusula Camps' para las virreinas

FERRAN BELDA

Jueves, 15 de diciembre 2016, 00:31

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La noticia de que la vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría tendrá despacho propio en Barcelona ha sido acogida en Valencia con una mezcla de resignación e indiferencia. Ni Vicent Soler, en su caso por prejuicios, ha saltado ante lo que constituye, amén de un error político, otro más en las relaciones MAD-BCN, un agravio comparativo para la Comunidad Valenciana. Pues muy mal. Aplicación de la 'cláusula Camps', ¡ya! ¿Qué es eso de que Cataluña tenga una virreina y el Reino de Valencia, que tuvo a la más culta de la historia, Germana de Foix, no? Virreinas para todos, o nos hacemos de Cospedal. ¿Quieren enderezar ahora lo que previamente torcieron? Me parece muy bien; miento: me parece fatal. Pero o se desdobla la señora Sáenz de Santamaría y se viene a Valencia un par de veces al mes a comerse una paellita con los oferentes -'Per ofrenar.'-. Desplazarse al Cap i Casal será más fácil a partir de ahora gracias al trato que ha cerrado Ximo Puig con Air Nostrum, idéntico, por cierto, al suscrito por Zaplana en su día: la historia empieza a repetirse en forma de sainete-. O no tendremos más remedio que hacer como Fidel Castro: arrojarnos en brazos de su rival en el PP, la ministra de Defensa, y aprovecharnos de las ventajas de la vuelta a un Gobierno bipolar. Más despachos y edificios desocupados o infrautilizados que el ministerio de Cospedal en el Cap i Casal, no tiene el de Administraciones Territoriales de Soraya, desde luego. Cosa que nos obliga a plantearnos dónde instalar a la hipotética virreina.

La posibilidad de reconstruir el desaparecido Palacio del Real a fin de que el alojamiento guarde relación con la restauración del cargo -la primera y única mujer virreina de Valencia hasta la fecha reprimió la Germanía desde allí- cae por su propio peso. La segunda opción, siguiendo la lógica virreinal, sería acomodarla en San Miguel de los Reyes, creado, precisamente, por la segunda mujer de Fernando II de Aragón, si no fuera porque el inmueble depende en la actualidad de Vicent Marzà y no veo yo al consejero de Cultura dándole mucho más que la hora a una vicepresidenta española y pepera. Habitaciones libres hay más de una en un palacio que ha albergado a monarcas, el de Cervelló, la residencia de visitantes ilustres con la que soñó Rita Barberá. Pero estaríamos en las mismas: es de propiedad municipal y Ribó es más de reinas magas que de virreinas del PP. La solución pues pasaría por acomodarla en el Palacio del Temple, que para eso estaba hasta que se empeñaron en restaurarlo. Aunque como digo el quid de la cuestión no es el hospedaje. El intríngulis radica en que Rajoy nombró a una ministra de Ultramar -cartera que también ocupó el 'renaixentista' Víctor Balaguer-, con lo que eso representa, y aquí no ha chistado ni Camps, padre de la cláusula que lleva su nombre.

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