Un pacto urgente

Es momento de acuerdos. Lo necesita el Gobierno y la mayoría de las fuerzas políticas por una u otra causa. El tiempo dirá si tales propósitos se plasman de conformidad con las exigencias del bien común o terminan hundiéndose en el fango de la lucha partidista que es lo que suele pasar casi siempre. Constitución y sistema educativo ocupan las inquietudes principales aunque la reforma constitucional entraña abrir un melón complicado que no hace falta catar por ahora. La viabilidad de las pensiones y la financiación autonómica llaman igualmente al diálogo. Sin embargo hay algo que no parece concitar la atención de casi nadie. Una asignatura aparcada que va mal solventándose en el tiempo a golpe de recurrir con demasiada frecuencia a ese parche gravoso que es la subida de impuestos. Hablo de revisar cuanto antes la estructura de ingresos destinados a pagar el sostenimiento del Estado. Un pacto urgente de cara a reflotar la fortaleza de las clases medias aliviándolas de un esfuerzo impositivo acumulado que ya no da mas de sí porque es inviable continuar aplicándole al ciudadano vueltas de tuerca fiscal sobre su hacienda doméstica. Desde luego sirve de poco aducir la reciente bajada del IRPF en tanto esta no se consolide en los próximos años como una tendencia estable. Tampoco vale gravar al alza la gestación de puestos de trabajo a los autónomos o a la pequeña y mediana empresa como consecuencia del fuerte incremento sorpresivo del salario mínimo ni desincentivar por costes la posibilidad de permanencia o instalación en España de las compañías multinacionales impulsoras de la creación directa e indirecta de empleo a gran escala mientras subsisten a su vez graves disfunciones vertebrales de índole endémico. Por ello se debe abordar ya de manera intervinculada las tres cuestiones de fondo que permitirían incrementar las disponibilidades financieras del Estado sin tener que hurgar periódicamente en el bolsillo de los ciudadanos por encima de lo razonable. Estas son: En primer lugar, la lucha contra el fraude fiscal con una concepción amplia no solo referida al ámbito de las grandes fortunas que es lo más fácil. En segundo lugar,la floración de economía sumergida que en España es casi la cuarta parte del PIB con lo que aquella implica de importante merma recaudatoria y aumento de gasto afecto por ejemplo a cubrir prestaciones de desempleo. En tercer lugar, la disminución del peso de las Administraciones en sus diversos niveles mediante la poda de chiringuitos inútiles,duplicidades competenciales y dispendios improductivos. Se dirá que se ha avanzado en todo esto. Es todavía muy poco y con escasa visión de conjunto. Cuando además hay que perseverar en la reducción del déficit público sin que se puedan aplicar medidas reiterativas de ajuste en la prestación de servicios básicos parece claro que abordar lo dicho no tiene vuelta de hoja. Veremos.