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El mayor invento valenciano

FERRAN BELDA

Miércoles, 7 de diciembre 2016, 23:56

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Pocas campañas propagandísticas de la Generalidad se me antojarán más acertadas que la que puso en marcha esta semana bajo el lema 'El Nadal és valencià'. Soy parte interesada, si se puede decir así. Es la primera vez que la Administración pone el acento en algo que llevo años subrayando periodísticamente; algo de lo que debemos sentirnos orgullosos los valencianos. Las fiestas de Navidad son en gran medida un invento, una creación valenciana. Y más en concreto de los pueblos situados entre la sierra de Mariola y el río Vinalopó. Lo único que no nació allí, y se está elaborando ya en la comarca de Utiel-Requena, fue el champán. Todo lo demás lleva estampado en el dorso el correspondiente 'Made in Alicante'. De allí son el Betlem de Tirisiti (Alcoi), los turrones (Xixona), las uvas de fin de año (Novelda y Monòver), la costumbre de organizar cabalgatas de Reyes (Alcoi), los juguetes (Ibi) y las muñecas (Biar) mientras la directora general del Instituto Valenciano de las Mujeres Maria Such no disponga lo contrario.

Cuenta la leyenda que la idea de comerse doce granos de uva de mesa al compás de las campanadas de medianoche surgió de la necesidad de colocar un excedente agrícola. La alumbraron los viticultores del Vinalopó Mitjà en un año de gran cosecha, 1909. En cuyo caso constituiría si no la primera sí una de las más exitosas campañas publicitarias lanzadas desde la Comunidad Valenciana. Región que precisamente no ha logrado exportar muchas de sus costumbres; cuestión aparte son sus productos. Bien. Supongamos que fue así aunque no existe un estudio académico que lo confirme. Pero, ¿y el resto de iniciativas ibenses, jijonencas, etc. ligadas a la Natividad del Señor? ¿Cómo se produjo esta especialización fabril en la mal llamada montaña alicantina, un ámbito tan aislado como activo e inquieto desde los albores de la revolución industrial? Y, lo que no es menos llamativo, ¿cómo consiguieron las gentes de estas tierras ásperas superar los repechos del puerto de la Carrasqueta con sus mercancías e imponer su ley entre Nochebuena y Reyes antes de que existiera la publicidad? ¿Se apoyaron en la estacionalidad del trabajo itinerante y estacional de heladeros y turroneros para expandirse por España? No parece que hubiera una intención comercial oculta en el establecimiento de la tradición de celebrar la cabalgata de Reyes de Alcoi para fomentar el reparto de juguetes, pero hasta eso les vino de perlas porque se propagó por toda España. Es evidente que ligar su negocio al calendario litúrgico facilitó la universalización de sus manufacturas. Lo cierto de todos modos es que sea como fuere lo hicieron solos. Sin un plan preconcebido: nada apunta en esta dirección. Ni ayuda oficial alguna. Y les salió divinamente. Tan bien que, aunque a nadie le amarga un dulce, muchos de ellos se contentarían con que las autoridades no les incordiasen con que los juguetes han de ser así y las cabalgatas asá.

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