Valencia y su esplendor histórico-cultural
JOSÉ VICENTE GÓMEZ BAYARRI ACADÉMICO DE NÚMERO DE LA RACV
Domingo, 4 de diciembre 2016, 00:03
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JOSÉ VICENTE GÓMEZ BAYARRI ACADÉMICO DE NÚMERO DE LA RACV
Domingo, 4 de diciembre 2016, 00:03
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Valencia es una ciudad dinámica y cosmopolita que compagina su entramado histórico y urbanístico con el desarrollo artístico. Esta urbe mediterránea muestra a los valencianos y a sus visitantes lo que fue el esplendor de la Valencia Bajo-Medieval, pero también el Modernismo del primer tercio del siglo XX y los avances de la arquitectura Contemporánea.
En el siglo XIII se construyeron una parte de la Catedral y los conventos de Santo Domingo, San Agustín, el antiguo convento de la Zaidía, el Real Monasterio de Nuestra Señora del Carmen, las iglesias de San Juan del Hospital, de Santa Catalina, San Nicolás y San Pedro Mártir. Del XV son la Sala Capitular -Capilla del Santo Cáliz- de la Catedral y el Real Monasterio de la Trinidad.
La arquitectura del gótico civil mediterráneo de la ciudad de Valencia configuró las características urbanas de la Baja Edad Media, levantándose el Almudín, las Atarazanas, el Santo Hospital, la Lonja de los Mercaderes y numerosos palacios.
De la mayoría de las murallas medievales de las poblaciones del Reino de Valencia quedaron en pie tan sólo algunas puertas o torres. Una muestra de ello en la ciudad de Valencia son las denominadas Torres de los Serranos y las Torres de Cuarte. El Portal de los Serranos, más que tener una finalidad defensiva, simbolizó la entrada regia a la ciudad y el marco idóneo para dar la bienvenida a personalidades ilustres.
En la ciudad de Valencia ejemplos del esplendor gótico son las casas-palacio de los Scala y de la Bailía -actual palacio de la Diputación-, de los Borja -actual palacio de los Cortes-, el Palacio de la Generalidad del Reino, Palacio del Almirante de Aragón, el de Catalá de Valeriola, o las casonas-palacios de los Escrivá y Boil, d'En Bou, de los Condes de Oliva, de los Mercader, de los Alpuente, y otras construcciones de los barrios del Carmen y de Velluters.
Una muestra excepcional del gótico civil valenciano lo representa la Lonja de los Mercaderes o de la Seda, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Independientemente del derrocamiento de las murallas de la ciudad de Valencia por Cirilo Amorós en el siglo XIX, ha sido en los siglos XX y XXI cuando se ha planificado la Valencia moderna desde el punto de vista urbanístico. La calle de la Paz, el Ensanche de los grandes vías, y edificios de principios del XX, como el Mercado Central la Estación del Norte o el Mercado de Colón son construcciones significativas.
Si a estas arquitectura añadimos otras actuaciones urbanísticas como son el Jardín del Turia, el Palacio de la Música, el Palacio de Congresos, el conjunto de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, la trasformación del Área Portuaria con la dársena Real, el Parque de Cabecera y la Estación Sorolla del AVE podemos considerar que Valencia ha tenido en estos años una nueva etapa de esplendor artístico-urbanístico que configura un nuevo resurgir arquitectónico.
La imaginación medieval de Pere Compte y de otros 'picapedrers' se ha mezclado con la fantasía y la racionalidad de las edificaciones de Santiago Calatrava, Norman Foster o David Chipperfield.
Pero también existen sombras en nuestra ciudad. Basta recorrer algunos barrios periféricos y el casco antiguo de la ciudad para comprobar la suciedad de algunas de nuestras calles, sus pintadas y el exceso bullicioso a deshoras. También observamos la falta de una peatonización racional con aceras no invadida por las bicicletas.
Echamos en falta una moderna planificación urbana compatible con la rehabilitación de barrios y la conservación del patrimonio cultural. Así mismo es visible el abandono por nuestras administraciones de nuevos proyectos emblemáticos que modernicen y potencien la ciudad y orgullezcan a los valencianos.
Somos amantes de nuestra arquitectura medieval levantada en el casco antiguo de la ciudad, pero es perentorio proyectar el futuro. Conocer y valorar nuestro patrimonio arquitectónico y cultural es esencial. Solamente se estima aquello que se conoce.
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