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MUERTE AL AMANECER

ANTONIO VERGARA

Domingo, 27 de noviembre 2016, 00:08

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La misma mañana que se conoció la muerte de Rita Barberá, estaba en un supermercado para comprar unas vituallas. En la cola de la caja, dos hombres jóvenes comentaban la noticia. Uno dijo: «Sí, ha muerto, pero en un hotel de cinco estrellas». La estulticia de esta frase es típica de un país muy atrasado culturalmente y cuya razón de existir es el odio y la envidia. Cuando yo intuya que me voy a morir de un infarto de miocardio, iré a pasar mis últimas horas o minutos al hotel Palace de Madrid, donde Julio Camba vivió sus últimos once años -gracias al mecenazgo de los Luca de Tena- en la habitación 383. Me gastaré todos mis ahorros, pero falleceré, al amanecer, como una alcaldesa.

He hablado con varios cardiólogos amigos. Todos han coincidido en que una prolongada y dura situación de estrés puede causar, y causa en muchas ocasiones, una arritmia cardíaca que cursa posiblemente con un infarto de miocardio. Conozco a un amigo íntimo que pasó por la primera etapa pero una actuación médica rápida (el fármaco Trangorex y alguno más) le frustró su sueño de morir en un hotel de cinco estrellas.

Durante varios años, la ex-alcaldesa de Valencia (cinco mayorías absolutas, que se dice pronto) fue perseguida y acosada por los medios de comunicación progres. El comportamiento de La Sexta o del grupo Prisa -entre otros- fue una vergüenza y justo lo más opuesto a la ética periodística. ¿Queremos decir con esto que entre todos la mataron y ella sola se murió? No. «Porque morir es perder la costumbre de vivir» (César González Ruano).

Ella, tan vital, vivaracha y exaltadora de la vida, había perdido la costumbre de vivir cuando, cada mañana, la aludían esos periódicos, esas cadenas de televisión y de radio progres, y presentía que era, por su popularidad y sus cinco mayorías absolutas, la pieza de caza mayor en el teleobjetivo de la izquierda y sus terminales mediáticas. Motivo para amargarse, por muy fuerte mentalmente que se sea.

Ramón Grande del Brío: «Para el cazador civilizado de nuestros días, el animal no es contemplado como un compañero ecológico que comparte con el hombre, de algún modo, el hábitat natural. Por el contrario, catalogado como pieza de caza, aquel pierde automáticamente su individualidad, adquiriendo, por obra y gracia del prejuicio del hombre, una inferior categoría que, en la práctica, equivale a la de un objeto en movimiento. La caza, así entendida constituye , sin duda, una actividad de dominio».

Sí. La gran pieza, el ciervo de 23 puntas abatido en Lanseros (Zamora), en febrero de 2016, ya tenía nombre: Rita Barberá Nolla. La izquierda y los columnistas progres se han relajado, aunque lamentan su muerte, pero menos, supongo que la de Leonard Cohen. Misión cumplida, y sin pruebas. Ya estaba muerta en vida. Séneca: «El mayor de los males es salir del número de los vivos antes de morir».

Naturalmente, los mismos cazadores intentan ahora desviar al PP el martirio a que fue sometida Barberá. Matías Vallés, justamente célebre por su sectarismo: «El PP la enterró en vida», titulaba el jueves día 24 de noviembre. La secuencia de los hechos es la siguiente -lo llamaremos a partir de ahora 'El caso de los progres rabiosos de Baskerville', de Conan Doyle-. Después de los farisaicos golpes de pecho, 'Los progres rabiosos de Baskerville', remachan la jugada asegurando que el PP la dejó sola y arrinconada. ¿'Seddota e abbandonatta'?

Fue obligada a irse de su partido y refugiarse en el grupo mixto por blanquear, presuntamente, ¡1.000 euros! No hubo para ella la más mínima y exigible presunción de inocencia. Estaba investigada. Razón suficiente. Pero en este país o no llegamos o nos pasamos de frenada. La ola de depuraciones en el PP estaba en marcha. ¿Qué representan 1.000 euros frente a los miles de millones del clan Pujol, los ERES y los cursos de formación de Andalucía? El llamado chocolate del oro, aunque condenable.

Citada a declarar ante el magistrado Cándido Conde-Pumpido, fiscal General del Estado con el insigne Zapatero, la cacería mediática prosiguió hasta la puerta del Tribunal Supremo. Ahora, 'Los progres rabiosos de Baskerville' le adjudican su fallecimiento al PP, en exclusiva mundial. PD: El 'caloret'. Los locos por Valencia y progres de salón, estuvieron cachondeándose varias semanas del 'caloret' que pronunció Rita Barberá en la cridà de las fallas 2015. Yo trabajé en Alboraya durante cinco años, y los 'llauraors' decían, indistintamente, «quin caloret fa hui!» o «quina caloreta¡». Además, ignorantes.

Su obra política que la juzgue un experto. A mi me ha interesado más la persona. Estudié en un colegio religioso y estoy impregnado, gracias a ello, del humanismo cristiano.

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