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Moscovici cambia el rumbo de la UE

ANTONIO PAPELL

Sábado, 26 de noviembre 2016, 00:31

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El comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros acaba de publicar 'S'Il est minuit en Europe' ['Si es medianoche en Europa'] (Grasset), que parte de la distopía de una victoria de Marine Le Pen en las próximas elecciones presidenciales francesas y responde a los populistas antieuropeos con un proyecto de reconstrucción de la UE.

Moscovici ha aplicado sin pestañear las políticas de austeridad de inspiración alemana dictadas por Juncker hasta que ha aprovechado la salida de la crisis para plantear un cambio de rumbo de la economía comunitaria. La razón es eminentemente política, y se conecta con los últimos sucesos sobrecogedores que no deberían caer en saco roto: el 'Brexit' y la llegada a la Casa Banca del populista Trump. Se equivocan quienes piensan que estos acontecimientos son fruto del azar. Como ya han empezado a denunciar los analistas más aventajados, detrás de estos movimientos antisistema hay severos fracasos del sistema establecido. Detrás de los dos hechos mencionados, no es difícil divisar las consecuencias de una globalización efectuada sin las debidas precauciones, unida a una crisis financiera pésimamente gestionada, que han depauperado a las clases medias, han llenado de inseguridad los sistemas laborales y han empobrecido regiones enteras.

Moscovici ha sido el primer representante del sistema establecido que ha tenido el arrojo de mostrar la evidencia. Su libro tiene un objetivo muy concreto: evitar la victoria del Frente Nacional en 2017. No es probable que Le Pen consiga la presidencia de la República porque de nuevo las formaciones republicanas se aliarán en su contra. Pero de lo que se trata es de que el espacio democrático recupere sus contenidos ideológicos. Y para ello, la fórmula es simple y la ofrece Moscovici: hay que impulsar la economía, reducir el paro y limitar la desigualdad. En este marco, explicitado al fin por la UE, será posible reconstruir las formaciones políticas tradicionales y eclipsar los florecientes populismos, pero para ello es preciso convencer a Alemania y demás países centrales de la UE de que la simple estabilidad, la ortodoxia a toda costa, no sólo no devuelven la confianza de los ciudadanos en sus instituciones sino que fortalecen los populismos hasta un probable punto de no retorno.

Juncker ideó su plan de inversiones para tratar de sacar del marasmo a la Unión. Moscovici amplía ahora la propuesta de forma más articulada, al mismo tiempo que el presidente del BCE pretende convencer a los líderes de Centroeuropa de la evidencia de que la política monetaria expansiva no da más de sí, por lo que sólo una política económica más activa permitirá crear empleo y devolver las expectativas perdidas de cierta seguridad y mayor bienestar. Los populismos aprietan, y algunos piensan que ya llegamos tarde al designio de zafarnos de ellos. Los países de Europa pueden ir cayendo en sus manos si no hay una rápida reacción.

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