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MESTALLA, SIN IR MÁS LEJOS

MIQUEL NADAL

Lunes, 14 de noviembre 2016, 00:08

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En cierto tiempo pasado, pretérito perfecto, primero se montaban las grúas, luego se tabicaba, y solo al final se pensaba en el destino de lo construido. En casa llevamos ya más de un quinquenio soviético viviendo junto a un mirador desde el que no se puede mirar nada. No es ironía, pero pensando en el anuncio de que el nuevo Mestalla no estará dispuesto para la celebración del centenario, y en algunas reacciones airadas sobre la solvencia del proyecto, a mí sin embargo me parece una espléndida noticia, un regalo inesperado. Habrá, sin duda, otros elementos para la crítica sensata, pero no éste. Nosotros somos como ese vaquero sucio al que hay que empujar a la tina para que se dé un baño de prudencia. En el fondo creo que no hay mejor lugar en el que celebrar nuestro centenario que en Mestalla, la que ha sido nuestra casa, y a la que debemos respeto. Como ya he dicho alguna vez, el nuevo Mestalla fue el trampantojo que encerraba un problema revestido de las características de la solución. Solo falta que, además, una vez metida la pata, nos emperremos en el viaje engreído, de nuevos ricos, que no va a ninguna parte. Cuando pueda ser el campo que sea, pero sin anudarnos nosotros mismos la soga, y sin considerar un demérito lo que nos define. El lugar al que fuimos conducidos de la mano de nuestros padres, y al que llevamos de la mano a nuestros hijos. El que quiera calefacción en el asiento lo tiene bien fácil. Solo se trata de dimitir del valencianismo. Entre una chambre de bonne en Paris, luminosa, y de pocos metros, y un ático en Seseña yo tendría pocas dudas. La felicidad no va aparejada con las dimensiones y el tamaño. Creo que hemos de dar un paso adulto en la comprensión y el diagnóstico de la realidad, y las dimensiones de lo que nos ha sucedido. Somos una sociedad derrotada que solo se volverá a levantar desde la madurez. Volver otra vez a los papelitos, a los avales de los cromos del Coyote, y a estirar nuestro crecimiento con dinero, jugando con torres y parcelas, nos ha llevado casi, o sin casi, a la ruina. Hacen falta nuevos personajes en el escenario. Gente leal y contrastada que colabore con la propiedad. Gente solvente y rigurosa que haga buena y generosa oposición, no la que se proclama encima, racista y xenófoba, hablando de chinos, cuando no entra la pelota. Porque de lo que se trata, antes del anclaje de las grúas, es de construir un equipo, y si me apuran un modelo de club. El reino y la justicia. El resto ya vendrá. Ya lo decía Mateo en la Biblia. «Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás vendrá por añadidura».

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