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El continuista Rajoy

J. SÁNCHEZ HERRADOR

Viernes, 11 de noviembre 2016, 00:00

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Es sabido que el lenguaje no es inocente ni neutral. Por ejemplo, los que aseguran que Rajoy ha diseñado un Gobierno continuista pretenden decir mucho más de lo que indican esas dos palabras. Continuista es un término con una carga negativa innegable pues en España la idea de cambio está sacralizada. El concepto de cambio ha sido utilizado en casi todas las elecciones, empezando por las de 1982 cuando González tuvo un enorme éxito con aquel mensaje de transformación.

Pero se olvida muy a menudo que el cambio también puede ser a peor y que la continuidad es muy recomendable cuando el objetivo final que se persigue no está nada claro. Así, se solicita un cambio de la Constitución, y seguramente sea necesario, pero sería muy conveniente no abrir esa caja de Pandora cuando no se conoce perfectamente cuál es la meta que se quiere conseguir.

En el caso del nuevo Ejecutivo se habla de continuismo pero han cambiado seis ministros y otros que han permanecido en el cargo han aumentado o disminuido sus competencias. Lo que no se puede pedir es que por obligación el presidente del Gobierno cambie aquello que para él ha funcionado medianamente bien. Eso no sería cambio, sería aventurismo superficial que posiblemente conduzca al error imperdonable.

Rajoy piensa que su vicepresidenta ha sido un fiel escudo cuando ha habido problemas y por eso la mantiene. Lo mismo ocurre con su equipo económico porque, a pesar de los claroscuros en la salida de la crisis, algunos de esos ministros han realizado un trabajo aceptable. Cambiar está muy bien, pero si se tiene un mínimo de garantía de que lo nuevo será mejor que lo anterior. Hacer lo contrario no es tener audacia política o ser un dirigente innovador sino demostrar temeridad.

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