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EL DISCURSO OPTIMISTA

PABLO SALAZAR

Martes, 8 de noviembre 2016, 23:44

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Mayo de 2015-noviembre de 2016, casi año y medio desde las elecciones autonómicas y municipales que en el caso valencianos supusieron un cambio total en las instituciones. El PP perdió el poder después de veinte años en la Generalitat y veinticuatro en el Ayuntamiento de Valencia y fue sustituido por el bi-tripartito PSPV-Compromís-Podemos. Año y medio es poco tiempo o mucho tiempo según para qué. Es poco para descalificar por completo la gestión de un Gobierno, pero es suficiente para ver cuál es su hoja de ruta, los puntos fuertes y los débiles, las obsesiones, los olvidos, los cambios de criterio. Y desde luego, los casi dieciocho meses transcurridos desde los comicios que auparon a Ximo Puig a la presidencia del Consell no permiten atribuirse logros ni ponerse medallas que no corresponden a los méritos contraídos. La buena marcha de la economía de la Comunitat, por ejemplo, no puede deberse a las políticas del Gobierno de Puig-Oltra. El crecimiento valenciano -de los mayores de España- y el buen comportamiento del empleo no tiene mucho que ver con un cambio de modelo productivo que no es que no se haya producido, es que ni siquiera se atisba. Es el turismo, el en ocasiones denostado turismo, el que sigue tirando, la locomotora del tren. ¿Qué ha cambiado en la economía valenciana desde mayo de 2015 como para que el bipartito gobernante pretenda atribuirse el éxito de un crecimiento sostenido y una bajada de la cifra de parados? De momento, nada, más allá de declaraciones rimbombantes, de actuaciones anecdóticas y de muchos planes de futuro. Tampoco puede salir el PPCV, o lo que queda del PPCV, sacando pecho y proclamando que en realidad se están recogiendo los frutos de su buena gestión, porque la etapa final de los populares tanto en la Generalitat como en el Consistorio del cap i casal estuvo marcada por los escándalos de corrupción, el desfile ante los tribunales, los recortes y la paralización casi absoluta de las inversiones. Si la economía valenciana va bien -aceptando la simplificación- es por el dinamismo empresarial de la Comunitat, que si en los peores momentos de la crisis era de las autonomías que peores números presentaba, cuando se empieza a salir del túnel es de las que tiran del carro con más fuerza. Lo que sí ha cambiado, como era de esperar, es la percepción que los hoy dirigentes y ayer opositores tienen de la situación social y económica. Los desahucios ya no forman parte de su agenda, a pesar de que no es que no hayan acabado con ellos, es que son más que durante el mandato del PP. Quieren vender optimismo, lo cual está muy bien si no fuera porque son los mismos que durante años no dudaron en arrojar todo tipo de sombras y dudas sobre la marca Valencia.

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