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LA HORA

JOSÉ MARÍA CRUZ ROMÁN

Lunes, 31 de octubre 2016, 23:55

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Hoy diríamos que eran ya las once de la mañana. ¡Fíjate! Había llegado el momento de hacer una pausa y acercarse hasta la cafetería de la tercera calle, ahí, en la manzana del bulevar. No es un trayecto que pueda dar cansancio. Si eso ocurriera, ninguno de nosotros hubiésemos tenido el antojo de establecer ahí el puesto de recuperación para descansar algo y conseguir nuevas ánimos. Porque, ¡eso sí!, había que encontrar, con urgencia, una cafetería de adecuado abastecimiento, bien atendido, y previsto de las comodidades necesarias, a fin de reponernos, tras el desgaste mañanero. Porque ese desgaste viene azotándonos, implacable, desde que abrieron las puertas de nuestra oficina de trabajo, a las nueve horas. ¡Bueno, desde que llegamos nosotros!

Después de las precipitaciones de anoche, con el recorrido que nos llevó de la cafetería de Camponuevo, al bar 'Tus equilibrios'; y de la bodega 'Sabroso alborear', al estadio 'Goles y gimnasias'. Porque desde luego, la noche resultó movida y bien saboreada al compás de mil sones y rumores distintoS y al avance de un clarear, inesperadamente madrugador.

¡Cómo que todo eso tendría que reordenarse de una vez para siempre! ¡Tanto hablan los dirigentes de nuestra empresa, sobre rendimientos y expectativas del trimestre, pensando sólo en hacer caja! Y lo que verdaderamente interesa tiene que ser la libertad de horarios y la subida de gratificaciones. ¡Faltaría más! Deben verse siempre las luces del horizonte, con verdadera ansia de mejora. Cualquier otra postura, resulta nefasta para nuestro porvenir y para la garantía de cualquier desahogo aquilatado.

Está claro, y debe saberse, pues, que el tiempo consumido durante la ida hacia el mostrador del almuerzo y su regreso después, deben ser espacios laborales y no considerarse, con mirada afanosa, como «hora recreativa». He ahí un tema pendiente, destinado a figurar en el orden del día para cuantas reuniones hayan de celebrarse hasta que llegue la fecha de las elecciones llamadas «laborales». Así nos lo enseñan las buenas prácticas y costumbres del grupo directivo, que cada mañana vemos caminar lentamente, hacia su hora undécima y su profundo almuerzo de reflexión.

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