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GRANDES FACILIDADES

MANUEL ALCÁNTARA

Lunes, 24 de octubre 2016, 23:54

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Todos están contentos con permitir lo que era obligatorio, pero la que se muestra más alegre es la simpática presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que sonríe siempre, aprovechando que tiene una dentadura de dos números más. A madame Staël, que era sinceramente fea pero al parecer tenía unos hermosos brazos, le reprocharon sus competidores políticos que los mostrara incluso en los días más fríos del invierno y ella les reprochó diciendo que «cada cual enseña su cara allí donde la tiene». Nuestro fracturado PSOE ha aprobado, ya que no puede darle sobresaliente, la elección de Rajoy. El comité federal decidió por un holgado número de votos permitir la investidura. Del mal el menos, dicen, mientras los desnortados socialistas prometen las dos cosas que no pueden dar: una oposición firme y un dialogo con el Gobierno y todas la menguadas fuerzas políticas.

A mí estas cosas me traen con cuidado. Con mucho cuidado, porque jamás he conseguido dejarlo entre las azucenas olvidado, a pesar de ser un poeta místico -quiero decir un aspirante a serlo- que admira por igual a San Juan de la Cruz y a Omar Khayyam, que era un epicúreo y un escéptico. Dos peculiaridades que únicamente se pueden ostentar mientras se está vivo, o sea, por una corta temporada.

Hemos dejado atrás el bloqueo político hasta que lo llamemos de otra manera aunque siga. Los críticos reclaman que se pueda votar 'no' sin represalias. Pierden inteligencia y sinceridad, pero eso es más difícil que pedirle peras al olmo, es como pedírselas a un poste de telégrafos que fue arrancado hace tiempo. Javier Fernández, presidente de la gestora, habla de un «mandato imperativo» mientras reúne al suficiente número de personas que estén a gusto en su condición de obedientes. Mientras, los de Ferraz tienen que salir por las puertas del garaje. Les acusan de golpistas, de embaucadores y de sinvergüenzas. Sólo el último de los tres insultos será imposible de desmentir. Ni los abogados defensores se atreven a tanto.

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