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Cuestión vital

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RAMÓN SENTÍS DURÁN

Jueves, 20 de octubre 2016, 23:56

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En sociedades, en teoría, avanzadas y modernas como la española, donde al desarrollo tecnológico, social, cultural y económico le correspondería por igual un desarrollo político, este último falla en múltiples ocasiones, por no decir, en todas. Si nos miramos en el espejo de otros países tan o más avanzados que nosotros, en aquellos lares existe un fenómeno, que, por desgracia aquí falla por su ausencia, denominamos política de pacto o acuerdo entre varios y diversos partidos políticos. En España, el PP dio el gobierno vasco al PSOE sin inmiscuirse en tareas de gobierno, con generosidad, por cierto, pero fue más bien la única excepción. Se nos dirá que tenemos más ejemplos, la Comunidad Valenciana entre otras, pero eso, no es verdad. Los partidos valencianos son afines ideológicamente, unos más radicales y nacional-soberanistas que otros, pero afines, ideológicamente al fin y al cabo. Yo me refiero al pacto o acuerdo de verdad, entre partidos contrarios o, por lo menos no afines. De esta forma, España, que superó magníficamente la Transición política, no se ha desarrollado políticamente, hablando, como otros países de nuestro entorno, Alemania por ejemplo o Francia (cuando retiran candidatos, en segunda vuelta, de los grandes partidos para que no ganen los populistas o radicales extremistas en las elecciones que pudiera darse el caso). Esta circunstancia es un gran error y conlleva unos grandes riesgos para la sostenibilidad y esencia de nuestra frágil democracia. La izquierda, en general, sustenta más esta posición, o por un excesivo celo en sus planteamientos ideológicos o por su sectarismo, o por, y me duele decirlo así pero a los hechos me remito, por su falta de creencia en la nación española. Así, con este grado de inmadurez no se pueden blindar políticas estructurales fundamentales para el desarrollo de nuestro país: educación, sanidad, economía, integridad y solidaridad territorial, o política exterior. Ello conlleva que la prosperidad y viabilidad de España se entorpezca por mezquinos y egoístas intereses que anulan todo intento de ser mejor país de lo que los españoles nos merecemos y queremos ser. Ante los retos que España se enfrenta en el futuro, a corto, medio y largo plazo es indispensable, imprescindible y obligatorio cambiar esa profunda inmadurez en la que están inmersos muchos políticos. Es una cuestión vital.

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