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El futuro del turismo

JOSÉ SALINAS

Viernes, 7 de octubre 2016, 09:57

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Tras una temporada estival turística con datos positivos en cuanto a llegada de visitantes, si bien favorecida por la crisis producida por la inestabilidad en países competidores de nuestro principal modelo vacacional -el derivado de la estancia en los destinos costeros, como Turquía, Túnez y Egipto- conviene reflexionar sobre las tendencias que irán marcando la evolución del sector y, en la medida de lo posible, ir anticipándose a ellas para seguir manteniendo la posición líder de España a nivel mundial en una industria de extraordinaria importancia para nuestra economía.

El sector turístico está transformándose de manera acelerada influido por los avances tecnológicos, económicos y sociales. La Organización Mundial del Turismo estima un crecimiento sostenido de los viajes en torno al 5% anual en la próximos años hasta alcanzar los 1.800 millones de desplazamientos hacia 2030. Aún cuando Europa sigue siendo el continente con mayor número de viajeros, la región del Asia-Pacífico experimentará el mayor aumento, influenciado por la creciente afluencia de las clases medias asiáticas.

Los cambios tecnológicos son uno de los factores clave en el desarrollo del proceso del viaje, desde la fase inicial de decisión, pasando por el transporte, la experiencia en el destino y la valoración posterior de la estancia. La accesibilidad inmediata a la información a través de internet y las redes sociales pone el foco cada vez más en el cliente como factor determinante en detrimento de las marcas y productos, ya que permite a éste analizar y comparar las diferentes ofertas disponibles. La reputación on-line es hoy en día esencial a la hora de construir la imagen de los destinos turísticos.

A ello hay que añadir el importante cambio generacional que supone la denominada generación millenial, cuyas preferencias y formas de consumir productos turísticos ha sufrido un drástico cambio. Piénsese que según los últimos datos disponibles el 80% de los menores de 30 años se conecta diariamente a alguna red social. Puede decirse que, frente a los modelos tradicionales de promoción y marketing turístico, en un mundo totalmente interconectado, entre la multitud de mensajes nos dejamos seducir por aquellos que consiguen llamar nuestra atención. La proliferación e inmediatez de buscadores y comparadores en la red generará un creciente poder en los consumidores y, por ende, un cambio significativo en las reglas del juego.

De otro lado la cada vez mayor esperanza de vida, especialmente en los países más desarrollados entre los que se encuentran nuestros primeros mercados internacionales está generando un denominado turismo senior cada vez más activo y con mayor capacidad de gasto que por sus características contribuye a la desestacionalización, ayuda a la sostenibilidad dado su mayor respeto al medio ambiente pero requiere de atenciones específicas que permitan su accesibilidad, garanticen su seguridad y dispongan de productos y servicios adaptados a sus necesidades.

Los estilos de vida saludables tendrán importancia creciente en la toma de decisiones de viaje por parte de los turistas, siendo indispensable ir adaptando la oferta a diferentes tipologías asociadas al concepto de bienestar, como es el caso del turismo de salud y balneario, el deportivo y el gastronómico que valora la producción ecológica y de proximidad.

Socialmente se está produciendo gradualmente un cambio en las preferencias de consumo de los viajeros, tendentes a disfrutar de experiencias más completas. Además hay una mayor sensibilidad hacia el turismo sostenible que respeta el ecosistema y las cualidades de valoración de los recursos naturales, culturales y los estilos de vida que permiten conocer e integrarse mejor en ellos, unido a una mayor concienciación ciudadana para una adecuada convivencia entre residentes y turistas

Cada vez más las marcas a través del denominado big data podrán ir accediendo a nuestros perfiles y gustos lo que les permitirá anticipar nuestras necesidades y, por lo tanto, generar una oferta de mayor calidad y más personalizada lo que implicará un mayor gasto y estancia en destino permitiendo lo que es esencial en el futuro, no tanto el número de turistas sino el retorno económico que generan, que a su vez conlleve la creación de un empleo más estable y menos estacional

Las nuevas tendencias económicas en el alojamiento surgidas al amparo de la denominada economía colaborativa recientemente han permitido, gracias a la actividad claramente mercantil de las plataformas tecnológicas, que se hayan incorporado al mercado millones de nuevas plazas en viviendas turísticas, cuya regulación está todavía por perfilar y cuyo efecto en la oferta turística está por evaluar, generando un incremento de los precios de alquiler y expulsando progresivamente a los residentes de las zonas urbanas más turísticas e incidiendo en los precios y generando un menor gasto medio diario.

Por todo ello conviene apostar por el desarrollo de destinos inteligentes que no busquen turistas de manera genérica e indiscriminada sino que focalicen su actividad en los diferentes tipos de turistas que necesitan en relación con las características de su oferta y las tendencias del mercado, consiguiendo como consecuencia que se incrementen los beneficios económicos y la calidad del empleo manteniendo la cohesión social y la sostenibilidad.

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