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Y ahora, ¿qué?

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RAMÓN SENTÍS DURÁN

Lunes, 3 de octubre 2016, 23:47

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Después del convulso y crispado Comité Federal del PSOE, donde finalmente ganaron los rivales de Sánchez, el ex secretario general del partido, se han puesto de manifiesto varias cosas. La primera de ellas es que el PSOE está en horas muy bajas y la socialdemocracia de su ideología, también. Este declive socialdemócrata no es patrimonio del partido socialista español, sino, por desgracia de la socialdemocracia en sí. En un período de crisis económica, social y política en el mundo, la falta de líderes solventes y carismáticos y de una ideología que pueda sustentar los cambios que el mundo actual ofrece tanto en el plano, tecnológico, social, económico, cultural y político, la socialdemocracia, ideológicamente hablando, necesita acometer una respuesta adecuada a estos nuevos retos. Por su flanco derecho, los partidos de centroderecha dan una mayor consistencia, tanto ideológica como políticamente hablando, aunque deberán cambiar parte de su discurso para afrontar estos nuevos esquemas en un mundo tan globalizado e interrelacionado. Por su flanco izquierdo, los comunistas y los populismos sólo son un reflejo de las protestas de mucha gente que no tiene respuestas y seguridad a este mundo tan cambiante y en crisis. Sus postulados tan radicales, ilógicos, inconsecuentes y caducos con terapias inadecuadas (tenemos ejemplos sobrados, Venezuela, Unión Soviética, países atrapados en el Telón de Acero, Cuba) resultan desastrosos no solo para la economía y la política de sus ciudadanos sino, he aquí lo más importante, por la anulación de libertades básicas del ser humano. Tampoco nos olvidamos del populismo de extrema derecha y sus estremecedores resultados. Así, pues, la socialdemocracia debe reactualizarse y refundarse, enderezar su rumbo y buscar propuestas ante los grandes problemas y dilemas que el mundo actual requiere. El PSOE, a pesar de su caos actual, ha dado una respuesta ponderada ante la barbaridad que Sánchez proponía de aliarse con radicales, que lo habría abducido y fagocitado en poco tiempo y con soberanistas que ponían en peligro una de las naciones más viejas de Europa, España. Sin embargo, el tiempo corre y es necesario que líderes nuevos o antiguos debidamente reciclados conduzcan al PSOE a ser lo que fue en España, un partido de gobierno. Mientras tanto, tanto los afiliados, votantes como el resto de ciudadanos nos planteamos, y ahora, ¿qué?

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