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La necesidad de llegar a acuerdos

El 25-S debe ser el punto de partida para que las fuerzas políticas asuman su responsabilidad y desbloqueen el país

PPLL

Lunes, 26 de septiembre 2016, 00:10

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Las elecciones autonómicas vascas y gallegas celebradas ayer planteaban escasas dudas sobre los principales equilibrios de poder en ambos territorios, ya que el PP aparecía muy bien afianzado en Galicia y el PNV encabezaba con diferencia las encuestas en el País Vasco. Sin embargo, las dos consultas han tenido esta vez una importancia singular por su influencia en las tendencias en el conjunto del Estado, donde se mantiene un bloqueo que amenaza con abocarnos a unas terceras elecciones generales. La clave de esta influencia se situaba especialmente en el PSOE, ya que la figura de su secretario general, muy cuestionada por una parte de sus propios cuadros, podía verse desautorizada -o al menos eso creen sus adversarios- si los resultados fueran decepcionantes. El balance es desde luego negativo porque en ambas comunidades los socialistas pierden una notable parte del espacio que ocupaban en beneficio de Podemos, que consuma en las dos el sorpasso en votos: en Euskadi, tras obtener 25 escaños en 2009 y 16 en 2012, el PSE se queda con 9, en tanto que Podemos ocupa la tercera plaza con 12. Y en Galicia, En Marea también aventaja en sufragios al PSdeG-PSOE aunque ambos consiguen 14 diputados. La formación de Pedro Sánchez está siendo incapaz de contener su imparable declive, por lo que la situación está abierta a todas las controversias en el Comité Federal socialista del próximo sábado. Pocos confían sin embargo en que de ese debate salga el respaldo -en forma de abstención- a la investidura de Rajoy. El PP, en cambio, sale objetivamente reforzado de esta tercera mayoría absoluta de Núñez Feijóo, quien será el único presidente de comunidad que gobierne con mayoría absoluta y que, después de esta ratificación, se convierte en un valor en alza en su partido, quizá en reñida competencia con el propio Rajoy. La victoria del candidato Feijóo es un logro personal, ya que deliberadamente su imagen se ha impuesto en campaña a las siglas que representaba. Ciudadanos, por su parte, ha sufrido un severo traspiés al no obtener ni siquiera el escaño que dejaba vacante UPyD en el País Vasco (es difícil asomar la cabeza en Euskadi oponiéndose al concierto, aunque se rectifique a última hora). El voto útil, reclamado por Feijóo, puede hacer estragos en la formación de Rivera en todo el Estado, en beneficio del PP.

Continuidad, con matices. Más allá de la trasposición de ambas elecciones al horizonte estatal, es patente que gallegos y vascos han optado por la continuidad. En Galicia, el candidato popular temía que los populistas, que ya gobiernan grandes municipios y dos diputaciones, prosiguieran su avance, pero aquel presagio no se ha cumplido: la victoria de Feijóo es rotunda. En el País Vasco, el PNV, con más del 37% de los votos, ha obtenido 29 escaños, por lo que lo más previsible es que se alíe con el PSE, que con sus 9 escaños alcanza la mayoría absoluta. EH Bildu, con 17 escaños, experimentó un descenso significativo con respecto a 2012 -58.000 votos y cuatro escaños menos-, pero se mantiene en segundo lugar en tanto Podemos irrumpe en el Parlamento vasco con 11 escaños; esas dos formaciones, que reúnen 28 asientos, no tienen modo de disputar a Urkullu la presidencia ya que el PP, con 9 escaños, no estará lejos de las posiciones gubernamentales. En definitiva, el desvanecimiento de Ciudadanos y la mengua del Partido Socialista sugieren que el esquema tripartito que ha venido debatiendo el equilibrio estatal está deslizándose hacia otro formato en que la derecha tiende a reconstruirse y la izquierda se fractura irremediablemente en dos mitades.

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