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El gran atasco del Día sin coche

La falta de previsión del Ayuntamiento convirtió una jornada de concienciación ciudadana en un auténtico caos

PPLL

Sábado, 24 de septiembre 2016, 09:55

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No hace falta vestirse de ecologista para darse cuenta de que el primado del coche en las ciudades tiene sus días contados. La contaminación que producen los vehículos, la ocupación del espacio público, la saturación si no se le pone límites a su uso, ha provocado una creciente sensibilidad hacia medidas que tratan de acotar y racionalizar el empleo de uno de los grandes avances en la historia del ser humano. La institución de un Día sin soche puede ser una buena medida de cara a la sensibilización de la necesidad de avanzar en este tipo de políticas -que no deben nunca condenar a los conductores-, siempre y cuando se programe con sensatez y entendiendo que en una urbe convergen muchos intereses y múltiples actividades, que hay que tratar de armonizar sin imponer unas sobre otras. Nada de todo esto se tuvo en cuenta durante la caótica celebración de la citada jornada en Valencia el pasado jueves, culminada con un gran atasco en el centro. Los perjudicados no fueron sólo los automovilistas sino todos los valencianos, especialmente los usuarios de transporte público en superficie, que se vieron afectados por una circulación exasperantemente lenta, así como los comerciantes, que perdieron clientes. El ecologismo de manual que se empeña en desarrollar el concejal de Movilidad, con el amparo del alcalde, descuida la atención de asuntos como el propio funcionamiento de toda una ciudad moderna con tal de aplicar los mandamientos de su catecismo verde. El día sin coche no debería ser el día contra los ciudadanos, contra el derecho a trasladarse, contra los trabajadores que acuden a sus centros de trabajo, los estudiantes que se desplazan a colegios y universidades, los enfermos que tienen cita en los hospitales o los turistas que quieren simplemente conocer Valencia. Un día que debería servir para llamar la atención sobre los riesgos del automóvil se transformó en un despropósito que puso de manifiesto las carencias y la falta de preparación para el puesto que ocupan de algunos representantes políticos.

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