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El control de la oposición

Empieza a retratarse demasiado quien centra su intervención en lo que otros hicieron

Mª JOSÉ POU AMÉRIGO

Viernes, 23 de septiembre 2016, 08:08

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No salimos del bucle. Si en el debate de política general del ayuntamiento, el protagonismo fue para Rita Barberá y los 9 magníficos, en Les Corts, lo fue Bonig en su etapa de consellera de Infraestructuras. En lugar de controlar al gobierno, los dirigentes valencianos se dedican al control de la oposición. Váyase, señora Barberá; dejen su acta, señores concejales y el clásico «y tú más» con el informe del Tribunal de Cuentas en la mano. Política 'a la valenciana' de camiseta y tertulia que no da más de sí cuando se está en el poder.

La apelación a la etapa anterior es lógica en cada cambio de gobierno. No vamos a extrañarnos ahora de que un equipo intente echar balones fuera cuando puede culpar al anterior de todos sus males. Lo han hecho políticos de todo signo. Sin embargo, después de un año, empieza a retratarse demasiado quien centra su intervención en lo que otros hicieron. Lo vimos hace unos días con la residencia de Carlet y lo comprobamos reiteradamente en cada rifirrafe público. En el ayuntamiento resultó triste que la tan cacareada recuperación del debate de política general de la que presumía Ribó frente a una atrincherada Barberá, se quedara en los ataques al grupo popular y el incienso a la propia gestión indefinida, inconcreta y sin el consenso prometido. Un debate de esas características era un gran avance para mostrar el estado de la ciudad, con suficiente espíritu crítico y con el protagonismo de los ciudadanos. En cambio, con este equipo las voces son escogidas y replican a la oposición. Buenos que se enfrentan a los malos.

Algo similar ocurre en Les Corts donde Ximo Puig lleva, nada menos que a una sesión de control al gobierno, un informe que controla a la oposición. Y en concreto a la lideresa del grupo mayoritario. No es que esté mal el trabajo del Tribunal de Cuentas. Sin duda, es necesario y positivo. Lo que resulta curioso es el momento elegido para hacerlo público y la focalización en la Thatcher de la Vall. Es una pena que no exista ya la nueva RTVV y permitan grabar una serie al estilo de la HBO norteamericana sobre los entresijos y estrategias de la clase política contra el oponente. Ciertamente parece difícil ubicar a Olivia Pope en el Palacio de Fuentehermosa en una versión Alquería Blanca de Scandal, pero la jugada de Puig sonó muy a truco de asesor para situaciones de emergencia. Por un momento imaginé el abrigo blanco de Liv Pope cruzando la Plaza de la Virgen. Y no será por falta de asesores, sino por falta de habilidad para no seguir mostrándose empecinado en salvar la propia gestión tras la cortina de la anterior. Es cierto que entonces se cometieron tropelías que debe aclarar la Justicia y errores que deben quedar enmendados, pero estos gobiernos están entrando ya en tiempo de descuento. En apenas unos meses ya no podrán rentabilizar el victimismo acusica y no parece que la gestión ofrezca mejores argumentos.

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