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La política è mobile

Los nuevos partidos no representan con claridad a una ideología determinada sino que pican de aquí y de allá

Mª JOSÉ POU AMÉRIGO

Miércoles, 21 de septiembre 2016, 10:47

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Ciudadanos intenta seducir a Fernando Savater y Rita Barberá deja el PP. La política hace extraños compañeros de cama y rompe fidelidades presuntamente eternas. Ni Savater se siente vinculado a UPyD tanto como para no tontear con el partido de Rivera en el País Vasco, ni Barberá representa la esencia del PP por mucho que durante décadas los viéramos como una sola cosa. En los partidos políticos, nada es sagrado, nadie es imprescindible y ningún tiempo es para siempre. Todo es volátil, voluble y modificable. Quizás por eso nos resulta tan razonable el enfoque de Groucho Marx cuando presumía de unos principios fácilmente sustituibles por otros. Los que sea menester, oiga.

La ventaja de la excesiva flexibilidad es que no es fácil la ruptura. Un junco verde es capaz de doblarse sin que ese gesto ponga en riesgo su integridad. Así, un partido dispuesto a adaptarse a cualquier circunstancia siempre encontrará el modo de ajustarse a la realidad. Que se lo digan a los chavistas que, de pronto, se volvieron socialdemócratas. Poco importa que hoy sea una y mañana, la contraria. O simplemente que hayan pasado años afirmando que no son lo que ahora representa su eje central.

El problema de esa adaptabilidad es que el mencionado junco puede ir de un lado a otro, justo al contrario de la fuerza del viento, y no identificarse con ninguno de los dos. Es lo que sucede con los nuevos partidos, que no representan con claridad a una ideología determinada sino que pican de aquí y de allá y forman un elenco de posiciones que bien puede estar ahí o en el siguiente portal. La razón es que no tienen convicciones ni a título particular ni como colectivo. Únicamente les une un mismo objetivo, no siempre complejo, y todo gira en torno a él. Eso hace que, incluso, el votante se confunda entre unas siglas y las otras. Es salir del rojo y del azul y encontrarse en una indefinición cromática de difícil acceso. Rojo y azul son los colores primarios, es decir, no nacen de la mezcla de otros colores. En cambio, el naranja y el violeta sí proceden de colores anteriores, amarillo y rojo en el primer caso; azul y rojo, en el segundo. A muchos votantes no les extrañará ver a Savater en la formación naranja aun siendo miembro todavía de la magenta. Es posible que, incluso, las asocien, pues ambas comparten el rechazo a posiciones separatistas en Cataluña y el País Vasco. A veces, las diferencias solo son fruto de la personalidad del líder o de la trayectoria histórica de la formación. Frente a eso, la imperturbabilidad con la que el PP se deshace de uno de sus iconos como Rita Barberá es asombrosa. Gatopardismo de la mejor escuela. Que nada cambie. Que el junco siga en su sitio para que los tricópteros que viven de él se mantengan. Poco importa hacia qué lado se venza o de qué rama se deshaga. Lo importante es que siga nutriéndolos.

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